14 octubre, 2011

Capítulo 67 "Los Elegidos"

La situación no había mejorado en absoluto. A pesar de que Ópalo hacía lo imposible por contener el desmoronamiento de Ámbar, ésta se hallaba cada vez más abatida. Los peores presagios se estaban confirmando. Ámbar nunca se había enfrentado a una situación tan límite. Ser una de las jóvenes elegidas la había sumido en una profunda depresión. Ópalo había previsto una fuerte oposición de su parte y si bien en un principio así había sido, ahora las cosas eran muy diferentes. Ni siquiera era necesario que la jefa de la familia Pierre utilizara sus dones. La chica parecía estar sumergida en una pesadilla de la cual no podía escapar. Los resultados de los estudios ginecológicos eran perfectos. Ámbar se hallaba en estupendas condiciones para engendrar una nueva vida.
El arribo del airbus que las depositó en el Aeropuerto Internacional de Fiumicino en Roma se demoró apenas unos 15`después de lo estipulado. Pasadas las 10.30 de la mañana, Ópalo y Ámbar se disponían a embarcar en un nuevo vuelo que las llevaría con destino a Milán. Allí, Rosa Pietra les prestaría alojamiento hasta el momento de partir rumbo al principado de Liechtenstein.
Topacio había quedado a cargo de la casa y del local en San Martín de los Andes. En la despedida, ninguna de las dos hermanas pudo disimular la pena que las embargaba. Ya no había espacio para las peleas ni para los rencores. Topacio tenía motivos de sobra para odiar a su hermana, pero el precio que estaba pagando Ámbar era demasiado caro.
A pesar de que Ópalo trató de convencer a Topacio, ella se mostró indignada ante semejante situación. El ritual de la concepción forzada le parecía un acto ultrajante y no podía aceptar la humillación que significaba para cualquier mujer semejante acción.
Ópalo se acomodó en el asiento que le había tocado en suerte. Mientras chequeaba su cinturón de seguridad, su mente intentaba encontrar la forma de entablar alguna clase de comunicación con su nieta menor. Desde que habían partido de Argentina, Ámbar apenas había emitido un par de monosílabos. La anciana estaba desesperada. Giró la cabeza con sumo cuidado y observó a la chica de reojo. Ámbar tenía la mirada perdida. Sus ojos sin vida estaban clavados en la ventanilla del avión. La palidez de su piel contrastaba con las oscuras ojeras que le daban un aspecto aún más lúgubre.
-Deberías comer algo… -murmuró Ópalo con desazón.
Ámbar ni siquiera se molestó en mirar a la mujer. Ópalo insistió.
-Es por tu bien, Ámbar.
De pronto la chica enfocó sus ojos en la anciana. Ópalo sintió un profundo escalofrió. La mirada fue lacerante, llena de odio.
-No seas hipócrita, Ópalo. –dijo Ámbar desafiante- Todo esto es por tu bien.

La minivan estaba esperando a la comitiva que llegaba desde Suiza. Los arreglos los había hecho Therese desde Vaduz. Los contactos que la Guardia Secreta tenía alrededor del mundo eran innumerables. Políticos y altas personalidades eclesiásticas, conformaban parte del poder del que gozaban las guardianas. No era relevante el lugar al que desearan desplazarse, desde hacía siglos el entramado que habían sabido tejer, les aseguraba una tranquilidad infinita para operar donde quisieran.
La inmunidad de la que gozaban era temeraria. Eran muy astutas y hábiles para relacionarse con personas a las cuales podían presionar y obtener de ellas lo que necesitaran. Sin duda su actitud era ruin, pero absolutamente indispensable para realizar la misión que tenían encomendada desde su creación.
Los tres hombres y las dos mujeres que subieron a la van conformaban un grupo fuera de lo común. Por lo menos eso fue lo que pensó el chofer que los iba a trasladar hasta el hotel en el que se alojarían en el centro de Buenos Aires. Ese mismo hombre iba a ser el encargado de llevarlos hasta Cariló un par de días más tarde.
Una de las jóvenes lo saludó en un buen castellano. El resto del grupo no abrió la boca. Los jóvenes se ubicaron en los asientos traseros y las dos mujeres se sentaron juntas en uno de los asientos dobles.
Mientras conducía desde el aeropuerto hacia la capital, el chofer deslizaba furtivas miradas por el espejo retrovisor. Las chicas eran muy atractivas y parecían casi adolescentes. Conversaban en voz muy baja y en ningún momento intercambiaron comentarios con los hombres. Ellos también eran muy llamativos. Vestían trajes muy costosos y se destacaban por su imponente contextura física. Posiblemente los tres rondarían los 30 años. Su silencio era casi intimidante. Usaban gafas de sol y permanecieron inmóviles la mayor parte del trayecto.
El viaje duró poco más que media hora. El tránsito en la Avenida 9 de Julio era incesante. Finalmente y después de lidiar con un inusual tráfico nocturno, la van llegó a destino. El hotel era uno de los más importantes de Buenos Aires.
-Llegamos. -anunció el chofer con satisfacción.
Silencio sepulcral. Por un momento el hombre pensó que todos se habían quedado dormidos. Sin embargo la misma muchacha que lo había saludado en el aeropuerto de Ezeiza, lo miró con amabilidad y dijo:
-Muchas gracias, aquí tiene. –y extendiendo la mano le ofreció un billete de U$100.
El chofer entusiasmado ante semejante propina, le agradeció efusivamente y les ayudó a descender del vehículo como si ambas jóvenes pertenecieran a la realeza europea.
Mientras los maleteros se encargaban del equipaje, la comitiva se dirigió al lobby del hotel. Una joven muy atractiva los recibió con una sonrisa cordial. Después de echarles una seductora mirada a los tres hombres, su atención se posó en el rostro de una de las chicas.
-Bienvenidos a Buenos Aires. –dijo con cordialidad.
-Muchas gracias. –respondió la más adulta de las muchachas- Tenemos unas habitaciones reservadas.
-Su nombre, por favor.
-Aldonza Subirats.

Los acontecimientos se estaban desarrollando velozmente y decisiones muy importantes aún no habían sido tomadas.
Caía la tarde en Vaduz y en la finca de la Guardia Secreta la actividad era muy intensa.
Desde la mañana, las cuatro mujeres discutían su elección con suma vehemencia. Cada una tenía un candidato seleccionado y ninguna de ellas pretendía dar el brazo a torcer. Los tres jóvenes sacerdotes eran descendientes directos de las familias más aristocráticas de Europa.
Lucio era italiano, Jonás español y Markus era de origen germano.
Solamente dos iban a tener la posibilidad de participar en el antiguo ritual de la concepción. Cada uno de ellos poseía notables virtudes. No sólo eran hombres genéticamente ideales sino que también estaban dotados de cualidades que los distinguían de manera particular.
Lucio fue educado en Florencia y era un hombre aficionado a las artes. Se destacaba por su notable sensibilidad y su apego al estudio de las ciencias sociales.
Jonás en cambio cursó sus estudios en Madrid y siempre se destacó en las ciencias políticas. Tenía una capacidad innata para negociar y dominaba perfectamente todos los artilugios propios de la ley.
Markus obtuvo su licenciatura en Física Cuántica en Berlín y era un experto en todos los temas relacionados con las ciencias
exactas.
Tenían muchas cosas en común. Eran excelentes deportistas y habían desarrollado una notable pasión por la Historia de la humanidad. Su compromiso con el Clan de las Piedras iba más allá de sus propias vidas. Sus ancestros habían sido devotos servidores del Clan y ellos habían heredado el mismo fervor y la misma convicción.
Jean y Therese sentían una especial inclinación por Lucio y por Jonás. Edana y Clarencia preferían a Markus por sobre los otros dos. Inclusive llegaron a manifestar que solamente Markus podría participar en ambas concepciones.
-¡De ninguna manera, Edana! –exclamó Jean escandalizada- Eso le otorgaría un imprudente poder sobre los otros.
-¡Necesitamos equilibrio! Ya tenemos suficiente descontrol en el interior del Clan.-gruñó Therese con indignación.
-Markus es el más equilibrado de todos. Sus genes alemanes así lo demuestran. –insistió Edana testaruda.
Clarencia hizo una mueca y con ingenuidad confesó:
-Sus genes alemanes me tienen sin cuidado. A mí me parece que él es uno de los adecuados porque tiene una belleza casi dolorosa.
Las tres mujeres se miraron entre sí y no pudieron evitar lanzar una sarcástica carcajada.
-¡Dios mío Clarencia! Te has convertido en una patética vieja verde… -afirmo Edana con desprecio.
La mujer abochornada, miró con furia a Edana y con voz seca aseguró:
-No voy a permitir que me vuelvas a hablar de esa manera. –y agregó con la voz temblando de odio- ¿Está claro Edana?
Jean se interpuso entre las dos mujeres y con tono conciliador dijo:
-Por favor señoras, estamos decidiendo algo muy importante. Voy a apelar a la cordura de ambas y a tratar de resolver este tema de una vez por todas. El silencio fue generalizado.
-Por favor escriban en un papel los nombres de los dos jóvenes que deseen que participen en el ritual. Vamos a elegirlos por mayoría.
Cada una de las guardianas después de reflexionar unos minutos colocó su papel dentro de una vasija que yacía sobre la mesa del salón. Therese fue la encargada de develar el resultado de la votación.
-Por votación dividida, los elegidos son…
Jean y Clarencia observaban a Therese con expectación, en cambio Edana escuchó el resultado de espaldas a sus viejas compañeras.
-Lucio y Markus.
Edana no se volteó ni siquiera después de escuchar el resultado. Quería evitar que sus hermanas vieran la sonrisa de satisfacción que tenía dibujada en su boca.



Hotel de las sacerdotisas en Buenos Aires








2 comentarios:

MIMOSA dijo...

¡No te lo vas a creer! Pero tengo un cliente nuevo que lleva por apellido Liechtenstein, y no veas lo mucho que me acuerdo de ti!!!

Bueno, hoy he hecho un remix por aquí para hacer un remember, je,je,je así que, no te prometo nada, pues mi tiempo es limitado, pero quiero terminar de leer la historia, no me gusta dejar las cosas a medias y siempre que puedo retomo aquello que por algún motivo tuve que dejar, así que.......prepárate!!

Te quiero bicho!!!

MIMOSA dijo...

Ya ves por donde salen las cosas, al final, Topacio se siente más aliada a su hermana de lo que jamás pudo pensar.
¿Tienes algo de alemana? Je,je,je. Al final has o han escogido al alemán y al italiano, yo me quedaría con el italiano y tú si hubieses estado en Italia,....créeme que también, je,je,je.

Los españolitos, ...mucho lirili y poco lerele, ja,ja,ja.

Me encanta estar de vuelta, aquí puedo ser esa loca que anda suelta!!!!