18 octubre, 2011

Capítulo 70 "Estrategias"

Las dos damas estaban sentadas en una de las terrazas de la imponente residencia. Desde allí podía observar todo lo que ocurría en el magnífico jardín. La tarde estaba cayendo y los colores de las flores se iban fundiendo con la tonalidad ocre del atardecer.
La glorieta principal databa del año 1890. La había diseñado un paisajista italiano que era asiduo colaborador del Clan. Los ancestros del artista pertenecían a una de las familias más antiguas de la península itálica. La glorieta era una verdadera obra de arte. El hierro con que se había forjado el espléndido entramado, provenía de Génova y el entarimado había sido construido con piedras extraídas de una cantera ubicada en la ciudad de Florencia.
El esplendor de dicha pieza arquitectónica contrastaba notoriamente con la imagen lánguida de la muchacha que permanecía allí instalada. Recostada sobre uno de los hermosos bancos, a la distancia podía notarse la terrible aflicción que embargaba su alma. Sus ojos apenas parecían tener vida y el rostro demacrado lucía fantasmal.
-Estoy muy preocupada por ella. –confesó Ópalo Pierre con desazón.
-La verdad no esperaba verla tan abatida. –reconoció Rosa Pietra con el ceño fruncido.
-Al principio reaccionó como yo esperaba. Incluso fue salvajemente desafiante. Debo confesar que me vi obligada a utilizar mis dones para poder controlarla.
Rosa Pietra miró a Ópalo de reojo. De manera evidente la dama de la familia Pierre estaba decidida a todo.
-Espero que no te hayas pasado de la raya… -advirtió Rosa ladina.
-¡Por supuesto que no! –exclamó la otra ofendida.
-¿Los estudios de salud están correctos? Su aspecto no es muy alentador.
-Los resultados fueron más que satisfactorios. Su ánimo es el que le está jugando una mala pasada.
-Ópalo, no te engañes. Ámbar está haciendo todo lo posible por boicotear tus planes.
La anciana miró a Rosa con furia.
-¡Eso no es verdad!
-No seas necia. Ella sabe muy bien que si el Clan y la Guardia Secreta la ven en ese estado van a dudar de su valía. Ellos intentan generar una energía superior y Ámbar es el vivo ejemplo del desequilibrio emocional.
Ópalo se quedó sin palabras. La italiana tenía razón y ella lo sabía perfectamente.
-Me imagino que has traído la piedra de la custodia ¿verdad?
-Por supuesto. Ni siquiera podríamos ingresar a Vaduz sin nuestro tesoro personal.
-Por otra parte ¿hubo alguna noticia con respecto a la situación de las mujeres Roccia?
Ópalo suspiró con fastidio y dijo:
-La guardia ha viajado a Argentina. Los rumores dicen que las cosas están peor que nunca.
Una sonrisa astuta se extendió a lo largo de los finos labios de Rosa.
-Esa es una muy buena noticia para nosotras. A pesar de todo, la negativa de Rubí es un valioso aporte para nuestra causa. De todas formas estoy evaluando la posibilidad de infundir un poco de buen ánimo el espíritu de tu nieta.
Ópalo reaccionó recelosa ante las palabras de la italiana.
-¿En qué estás pensando exactamente? –preguntó desconfiada.
-Querida Ópalo… Una de mis especialidades son las pociones más antiguas practicadas por nuestras antecesoras. Sólo nos quedan un par de días para poner a tu nieta en condiciones. El tiempo es oro.
Ópalo Pierre volvió a mirar hacia la glorieta. Ámbar permanecía en la misma posición desde hacía media hora. Rosa Pietra tenía razón. Algo debían hacer. Y de manera urgente.

La mañana en Cariló estaba cálida y ventosa. La noche anterior todos los presentes habían decidido reunirse después del desayuno, con el objetivo de elaborar un plan que los ayudara a enfrentar el arribo de la Guardia Secreta.
Ya se encontraban todos reunidos en el living de la casa Roccia. Ágata se sentó en su sillón y esperó a que todos se acomodaran en sus lugares. Las horas de descanso los habían ayudado a recuperar un poco el equilibrio perdido. Por lo menos el aspecto de Ágata era mucho más calmo que el del día anterior. La anciana parecía haber recobrado la fórmula de la armonía. Su rostro lucía más relajado y su postura erguida les otorgaba una enorme tranquilidad.
El tono de su voz coincidía plenamente con su apariencia general. ¿Acaso la anciana dama había encontrado alguna mágica solución?
-Buenos días a todos. Espero que hayan podido descansar con comodidad.
Claus la miró con admiración y asintió ligeramente con la cabeza.
-No voy a dar muchos rodeos. Las cosas están por demás avanzadas y no vale la pena perder ni un minuto de tiempo. Las sacerdotisas están por llegar a Cariló en cualquier momento.
El último comentario de Ágata caló hondo en todos los presentes. Un frío glacial recorrió la espalda de Cid que aferró con desesperación el cuerpo menudo de Rubí.
-Todos sabemos que la Guardia Secreta tiene terminantemente prohibido atentar contra los ciudadanos comunes. Sin embargo no van a dudar un segundo en enfrentarse a cualquiera de nosotras.
-No podemos luchar contra ellas, mamá… -murmuró Marina desanimada- Estamos en territorio público. Nuestro deber es evitar que cualquier persona sea testigo de un combate imposible de explicar.
-Lo sé, Marina. Hace más de 50 años que nuestra familia vive en este lugar y no podemos exponer nuestro preciado secreto.Hemos invertido demasiado esfuerzo para ganarnos el respeto de nuestros vecinos.
Jade que había permanecido a cargo de Esmeralda durante el último tiempo preguntó con preocupación:
-Abuela ¿hay alguna forma de evitar que las sacerdotisas lleguen hasta aquí?
-Me temo que no, Jade. Amatista tuvo una visión. Ya están en Buenos Aires y en cualquier momento llegarán aquí.
Claus miró a Cid y la desesperación en los ojos de su hijo lo angustiaron sobremanera.
-Ágata ¿es posible que nuestra presencia logre disuadirlas?
-Ellas saben perfectamente que nosotras no les permitiremos participar de este enfrentamiento.
-Pero… -objetó Ben ansioso.
-De ninguna manera, Benjamín. Es demasiado peligroso. Son mujeres muy jóvenes y aún desconocemos cuales son sus poderes. Las cuatro Guardianas son casi una leyenda para nuestro Clan. Sus habilidades son conocidas por cada una de nosotras. En cambio no tenemos ninguna referencia sobre el entrenamiento que han tenido las damas más jóvenes.
Rubí se levantó de su sitio y se acercó hasta el lugar donde estaba su abuela.
-Voy a enfrentarlas, abuela. Lo tengo decidido. Pero no aquí. Viajaré con ellas hasta Vaduz y en cuanto tenga una oportunidad van a tener que defenderse de mí.
Ágata miró con asombro a su nieta. Esa chica había madurado demasiado durante las últimas semanas. Ya quedaba muy poco de la joven rebelde y despreocupada. El sentimiento que la unía a Cid la estaba convirtiendo en una verdadera mujer.
-Yo voy a acompañarla. –afirmó Cid con decisión.
-No lo permitirán, Cid. –advirtió Marina- Pueden disuadirte fácilmente.
-¿Acaso no tienen prohibido atacarnos a nosotros?
-No vienen solas, Cid. Esa tarea queda a cargo de los sacerdotes. No tienen poder mental, pero si son excelentes luchadores. Ellos son su verdadero brazo armado.
Un inquietante silencio dominó el lugar. Los hombres de la familia Finke nunca en su vida se habían sentido tan impotentes. Esta situación se les escapaba de las manos. Su hombría se estaba poniendo a prueba y aparentemente no tenían demasiadas chances al respecto.
-Quiero que presten mucha atención. Claus estuvo conversando conmigo anoche. Él está más al tanto de lo que estuve pensando. He trazado un pequeño plan. Por cierto es bastante riesgoso, pero creo que es la única salida que nos queda.
Todos miraron a Claus con perplejidad. ¿Cuál sería la idea que había elaborado Ágata y que Claus conocía de antemano?

Aldonza y Agustine habían decidido desayunar en su habitación. En cambio Lucio, Jonás y Markus bajaron hasta el salón comedor del hotel y mientras consumían un abundante desayuno, chequeaban el camino que los iba a llevar hasta la zona costera argentina. Su objetivo era Cariló. Mucho tiempo antes de llegar a Buenos Aires, los tres sacerdotes se habían asegurado el alquiler de una camioneta blindada y un par de mapas que le indicaban el recorrido a seguir. Con satisfacción comprobaron que la ruta era muy sencilla. Ellos estaban acostumbrados a transitar a diario los peligrosos caminos que conectaban la residencia de la Guardia Secreta con el centro de Vaduz. Por esa razón el viaje que debían encarar en las próximas horas les resultaba un verdadero juego de niños.
Un empleado del hotel se acercó hasta su mesa, le entregó las llaves y la documentación del vehículo rentado. Jonás extrajo un pequeño teléfono celular y se comunicó con el principado de Liechtenstein. La voz de Jean sonó clara al otro lado de la línea.
-Hola.
-Todo marcha como está planeado. –afirmó el hombre con seguridad.
-No esperaba otra cosa de ustedes. –manifestó Jean satisfecha.
Jonás sonrió con suficiencia. La conversación se prolongó apenas unos minutos. Cuando Aldonza y Agustine se reunieron con los sacerdotes, lo único que quedaba era comprar algunas provisiones para la travesía.
Minutos después de las 10.30 de la mañana, la pequeña delegación de la Guardia Secreta comenzaba la última etapa de su misión en Argentina.



Jardín de la casa Pietra - Milán








2 comentarios:

alp dijo...

..holaaa...te acabo de conocer...buen texto...un saludete dessde mURCIA..SEGUIMOS...

Bee Borjas dijo...

Hola Alp! Un placer tu visita. Muchas gracias por tu comment. Ojalá te guates la historia.
Oh Murcia! Durante unas vacaciones en Cuba, disfruté de la compañía de un grupo de buceadores que venían de Murcia. Pues son gente con una simpatía fenomenal!
Saludos enormes para tí, amigo!