25 agosto, 2011

Capítulo 30

Era una mañana ventosa en San Martín de los Andes. El otoño se estaba instalando lentamente en la ciudad y los primeros fríos se iban sucediendo con suma velocidad. A las 6.30 de la mañana, las calles aún estaban desiertas. Los niños no habían partido hacia la escuela y los negocios también estaban cerrados. La ciudad entera permanecía somnolienta cuando Ópalo entró a la cocina a prepararse el desayuno. Mientras encendía la hornalla para tostar unas rebanadas de pan advirtió que un pequeño papel color rosa asomaba bajo una canasta de flores que estaba sobre la mesa de la cocina.
Con curiosidad se acercó y tomó la nota entre sus manos. De pronto un oscuro presentimiento cruzó por su mente. Apenas leyó la esquela debió recurrir a sus más preciados dones para poder controlar la ira que le estaba sacudiendo todo su ser.
Topacio apareció en pijamas y con un bostezo prolongado intentó saludar a su abuela. Al no recibir ninguna respuesta, la chica observó a la mujer con más atención. Ópalo estaba derrumbada en una de las sillas y su cara tenía una expresión  indescriptible. En sus ojos había una mezcla de decepción pero también se podía percibir una creciente cólera difícil de disimular. La voz de la anciana resonó como un trueno.
-Imagino que no estás al tanto de este desatino.
Topacio permaneció en silencio tratando de adivinar que extraño suceso había disparado la ira de su abuela. La chica se acercó hasta la mujer y sin decir palabra tomó el papel que esta estrujaba en sus manos. La mirada se le congeló cuando descubrió la letra enmarañada e infantil de su hermana.
“Viajo a la costa como te había comentado días atrás. No espero que apruebes mi decisión, sólo te aviso para que no te preocupes. Llevo el celular. Hablamos pronto. Ámbar.-“
-¡Esto es inadmisible! Está desafiando mi autoridad y no se lo voy a permitir.
-Pero ¿qué podemos hacer abuela? ¿Acaso vamos a ir a buscarla?
-Tu hermana es una persona sumamente inteligente y sabe que debo prepararme para la reunión del Clan. No es mera coincidencia el que haya elegido esta fecha para poner en práctica su plan.
-Siempre se sale con la suya… -musitó Topacio con tristeza.
-Esta vez le va a costar muy caro. ¡Lo juro por la memoria de todas nuestras honorables damas!
Ópalo Pierre salió de la cocina y se dirigió hacia la planta alta de su casa. Entró en su escritorio y con determinación  hizo una llamada telefónica. Con sumo beneplácito reconoció la voz dura y con marcado acento italiano que le estaba respondiendo desde el otro lado del océano. Ámbar había tenido la oportunidad de ir a Portugal y la desperdició. Esta vez no iba a ser tan placentero su viaje al exterior. Al regreso de su “pequeña aventura” la esperaba una verdadera sorpresa.
El clan de Rosa Pietra la iba a estar aguardando en Milán con los brazos abiertos.



Marina no había tenido una buena noche. Los acontecimientos del día anterior la tenían muy preocupada y no había podido conciliar el sueño. Además no quería despertar a su hermana que por fin podía descansar tranquila. Los últimos días Amatista se había estado sintiendo muy mal, pues las molestias lógicas que aparecen en los primeros meses del embarazo la tenían a maltraer.
El tema recurrente en su cabeza no dejaba de ser Rubí. Su madre Ágata la había pedido que por ahora le permitiera a ella manejar la delicada situación, pero los resultados de aquella conversación no habían sido los esperados.
Rubí se había negado a cenar junto con ellas y Ágata permaneció en silencio toda la velada.
La tensión se percibía en el aire y no podía seguir permitiendo que su madre si hiciera cargo de algo que a ella le correspondía resolver.
Decidida a enfrentar el tema salió temprano de su cuarto y se fue a la cocina para tomar una taza de té y esperar a que su hija se levantara de la cama. Sin embargo no fue Rubí la que apareció. Jade con los ojos somnolientos ingresó a la cocina y se sorprendió al ver a su madre levantada tan temprano. Mientras tomaba un vaso de agua intentó balbucear algunas palabras.
-Buen día mamá… ¿Te caíste de la cama? –bromeó con la voz pastosa.
Marina sonrió ante el hilarante comentario.
-No tuve una buena noche. ¿Dormiste bien?
La chica miró a su madre con suspicacia. Sabía que en cualquier momento comenzaría a interrogarla y no tenía ninguna intención de traicionar a su hermana.
-Dormí muy bien. Gracias.
Dicho esto dio media vuelta e intentó regresar a su cuarto. Como lo venía suponiendo, su madre no se lo permitió.
-Jade tenemos que hablar sobre Rubí.
Resignada ante el inevitable interrogatorio se desplomó con fastidio sobre una de las sillas de la cocina.
-No me mires de esa forma. Se muy bien que no vas a traicionar la confianza de tu hermana pero necesito saber quien es él y que tal están las cosas.
-Sinceramente creo que deberías hablar con ella mamá. Yo…
-Te repito, no quiero que me digas nada que comprometa tu relación con Rubí pero necesito que me ayudes para poder  acercarme a ella.
Jade evaluó la propuesta de su madre con sumo cuidado. Antes de levantarse y abandonar la cocina le dijo con serenidad.
-Creo que la mejor manera de acercarte a ella es evitando hablarle de los deberes que tenemos las piedras para con el Universo. Ese si que sería un buen comienzo.
Las palabras de su hija la dejaron sumamente preocupada. Le estaba pidiendo que evitara el único tema que era motivo de conflicto.
¿Sería capaz de pedirle a su hija que sacrificara el amor en pos de la salvación de la Humanidad?



Ya habían transcurrido unas cuantas horas desde la partida de Cid hacia la costa. Claus y Callan lo habían despedido
en la cena, pues el joven se iba a marchar temprano por la mañana.
Ahora ambos desayunaban tranquilamente en la terraza de la finca. El día estaba fantástico y la temperatura era muy agradable. Callan miraba a su padre y no podía evitar sentirse feliz al comprobar que el estado de salud de Claus era excelente. Ya había recuperado todo su vigor y su buen humor se hacía cada vez más evidente.
-Papá hace unos días que quiero preguntarte algo.
El hombre miró a su hija y la animó a hablar. Callan sorbió un poco de café y dijo:
-¿Qué cosas interesantes encontraste en la caja que descubrió Ben en el depósito de la plantación?
El gesto relajado de Claus cambió de inmediato. Sus rasgos se endurecieron y los dedos de las manos se le crisparon súbitamente. Sus ojos claros evitaron mirar a la chica. Respondió con la mirada vagando por el jardín.
-Nada interesante. Cosas viejas que pertenecían a tu abuelo.
Callan intrigada por la reacción evasiva de su padre, insistió con el tema.
-¡Me encantaría ver cosas del abuelo! Mis hermanos tuvieron la suerte de conocerlo, pero yo…
-Te repito Callan, son cosas muy viejas que no tienen ninguna importancia.
-Pero…
-Pero nada. Hay otras formas de poder recordar a tu abuelo. Fotos, trofeos, notas…
Callan suspiró con fingida resignación. Desde un principio había sospechado algo y la actitud de su padre se lo estaba confirmando. Claus les estaba ocultando la verdad. Sin embargo ahora prefería dejar todo en calma.
Ella se encargaría personalmente de descubrir el secreto de Karl Finke.




3 comentarios:

Miss Bittersweet dijo...

Pobre Rubí... estoy deseando descubrir qué misión tienen las piedras en el mundo para que no puedan ser felices en el amor... Besotes, Bee!

Bee Borjas dijo...

Ya falta menos para la reunión del Clan, Miss! Allí se van a revelar varias cuestiones!
Un beso y gracias por seguir la historia, amiga! :D

MIMOSA dijo...

Finalmente Ambar consiguió sus propósitos, claro estaba, los demonios indomables cuesta meterlos en vereda, pero me la veo venir y creo que esta escapada traerá males mayores.
No creo que Rubí esté dispuesta a sacrificar su amor y desde luego que Callan sabrá investigar por su cuenta, la chica es despierta e inteligente.
Besos guapa!!