15 agosto, 2011

Capítulo 21

Eran las 5.30 de la mañana cuando el despertador sonó por primera vez. Rubí estiró la mano precipitadamente y trató de apagar el reloj sin hacer demasiado ruido. Lo último que le faltaba era despertar a Jade y que esta la viera salir de la casa a esa hora tan temprana.
A oscuras buscó debajo de su almohada, la ropa que había escondido la noche anterior. Se puso un jean, una remera de mangas largas y las zapatillas que usaba para trotar. Miró por la ventana y vió que aún faltaba una hora para el amanecer. Buscó la campera rompevientos azul y se calzó el gorro negro de lana.
Salió en puntas de pie de su habitación y cruzó la casa tratando de hacer el menor ruido posible. Abrió la puerta con suavidad y salió al parque. El cielo estaba oscuro y una ventisca fría la hizo tiritar. Como un rayo atravesó el jardín y se dirigió con decisión hacia el bosque.
Mientras corría entre los árboles pensó que realmente había perdido la razón. Jamás hubiese imaginado que se iba a atrever a vagar por allí sola y a esa hora tan temprana. Se sentía presa de una desesperación que la atormentaba.
Sabía que si él la estaba esperando ella iría a cualquier lugar para encontrarlo. Tenía la certeza total de que haría lo que él le pidiera.
Corrió sin descanso hasta llegar a la entrada del arco. El auto de Cid estaba allí. Los latidos de su corazón le estallaban en el pecho y tuvo que esconder las manos en los bolsillos de la campera para que él no la viera temblar.
Le faltaban a penas un par de metros cuando lo vió salir del auto. La imagen del muchacho la dejó sin habla. Llevaba un abrigo color negro y tenía puesta una gorra del algún equipo que ella desconocía.
Cid la vió acercarse y no pudo contener el impulso de correr y abrazarla. Fue tal la sorpresa de la chica que se quedó absolutamente paralizada. Tenía la cabeza aplastada contra el pecho del muchacho y el cuerpo preso entre los brazos de Cid. Finalmente él se apartó un poco y la miró con tal intensidad que ella creyó que iba a perder la poca cordura que le quedaba.
Los ojos de Rubí estaban en llamas. Cid nunca había visto nada igual.
Con deliberada lentitud se acercó a la boca de la chica. Necesitaba llegar a sus labios suavemente. Temía romper el hechizo y que su vida volviese a ser tan gris como antes de conocerla.
Se besaron con una avidez desesperante. Ella parecía muy frágil pero a la vez ejercía un absoluto poder sobre él.
Tomándole la cara con ambas manos le dijo con tono jadeante:
-Haría cualquier cosa que me pidieras.
El joven la miró con ternura y le dijo:
-Entonces sonríe por mí.
Ella le dedicó una enorme sonrisa y se aferró muy fuerte al cuerpo de él.
-Rubí debo volver a Misiones. Yo…
Lo miró con intensidad y le cubrió los labios con la mano.
-No digas nada. A veces las cosas no son como una lo imagina y…
Cid no le permitió terminar la frase.
-No, estás equivocada. Debo volver a mí casa porque internaron a mi padre de urgencia.
La chica sorprendida, no sabía si reír o largarse a llorar.
-Yo creía que…-los ojos dorados estaban cubiertos de lágrimas.
Cid con delicadeza le besó los párpados y luego volvió a abrazarla con el cuerpo inflamado por el deseo.
-No quiero dejarte prinzessin.
-No quiero que te vayas, pero si mi padre estuviese enfermo yo también quisiera ir a verlo.
-Voy a volver lo más rápido posible. Además ya nada puede impedir el curso de las cosas ¿no?
La mirada ardiente de ella le sirvió de respuesta. Sin embargo sabían que debían despedirse. Y eso los torturaba más.
-Por favor, cuidate. Ahora que te encontré no quiero perderte.
-Estoy embrujado, mujer.
La abrazó por última vez y al besarla la fiebre volvió a encenderlos nuevamente. La soltó con ferocidad. Sabía que si no lo hacía de esa manera nunca podría dejarla. Subió al auto sin mirar atrás. El motor rugió con violencia y el auto se perdió en el camino unos segundos después.
Rubí permaneció parada junto al arco de madera apenas un momento más. El tiempo suficiente para abrir un papel que Cid le había dado y leer la nota que había escrito para ella:
“Desde que te conocí las frases de una canción rondan mi cabeza. Aún no entiendo el motivo, espero poder descubrirlo alguna vez”
Rubí no pudo dejar de temblar al leer la estrofa que el hombre que deseaba con desesperación le había escrito.
“Tu misteriosa forma me lastimará,
 pero a cada segundo estaré más cerca.
 Sólo meterme en tu ritual y descifrar tu enigma.
 Desafiando al rito, destruyendo mitos.”




Rubí Roccia


5 comentarios:

Miss Bittersweet dijo...

Ahora que Cid ha regresado junto a su padre porque está enfermo, le entrará a Rubí curiosidad por descubrir quién es el suyo? Yo la tengo. Un besote, bee.

la MaLquEridA dijo...

Estoy intrigada con la nota de Cid.

escarcha dijo...

leí varios capitulos y vaya que tomaron tintes románticos!!!!
esa foto que pusiste de Rubí es tal cual uno se la imagina!!!!
sigue amiga, sigue, que esta novela promete!

Bee Borjas dijo...

Gracias chicas por el apoyo! Son fantásticas! Me fascina como elucubran teorías. Esa movilización que me expresan me estimula y me conmueve!
Se las quiere mucho!
Besossssss!!! :D

MIMOSA dijo...

Ufff! A esa hora creo que caí yo anoche, así es la live, unos se acuestan y otros se levantan, je,je,je.
El ventilador funciona, el vendedor podrá dormir con tranquilidad.....y yo también (si no me rondan otras cosas en la cabeza loca), je,je,je.
Aquí estoy....intentando ponerle música a esa canción que ronda, descifrando el enigma......
Besos