14 agosto, 2011

Capítulo 20

Para Cid el viaje de regreso s Pinamar transcurrió como si fuera un sueño. Flotaba en un mar de extraña felicidad. La sonrisa no se le despegaba de los labios y experimentaba una imperiosa necesidad de gritar. Era como si su cuerpo hubiese estado prisionero de un horrible letargo y ahora lo habían despertado y vibraba como un instrumento exquisitamente afinado. Podía sentir cada centímetro de su piel brillar al sol y disfrutar de la velocidad con la que su sangre se deslizaba por todas sus venas.
La imagen de Rubí permanecía inalterable en su mente. Era una mujer increíble. Demasiado madura para su edad. Mientras conversaban lo sorprendió con un sinnúmero de observaciones dignas de una mujer adulta. Al mismo tiempo tenía actitudes propias de una adolescente y eso la hacía aún más adorable.
Estaba tan turbado que no acertaba a comprender como se habían desarrollado los acontecimientos. Apenas dos días atrás su hermano lo incentivaba para que se distrajera y saliera a conocer alguna chica.
Ahora no podía creer lo que estaba sintiendo. Había estado perdido durante mucho tiempo. Petrificado y viendo pasar la vida como si fuese una película en blanco y negro.
El deseo que sentía por Rubí no era puramente físico. Necesitaba escucharla, percibir su perfume y verla sonreír. Cada vez que sus cuerpos se rozaban la energía que despedían era conmovedora. La conexión que tenían era notable y eso lo emocionaba sobremanera.
Se le antojaba una verdadera tortura esperar hasta la mañana siguiente para verla. Faltaban tantas horas para volver a gozar de su presencia.
Porque para él tenerla cerca era un verdadero placer. Cada vez que las mejillas de ella se ruborizaban él podía llegar a experimentar un verdadero frenesí de ternura y pasión.
Es curiosa la vida, cuando uno menos lo espera te sorprende para bien o para mal.
Estacionó el auto en el frente del hotel y bajó del mismo con renovada agilidad. Mientras se dirigía a su cuarto utilizó el espejo del ascensor para observarse minuciosamente.
Apenas tenía 25 años, y no estaba tan mal. Heredó de Claus la altura y el porte, aunque debía admitir que estaba un tanto delgado. Los músculos no eran su fuerte y él tampoco colaboraba demasiado para desarrollarlos. Benjamín trataba de incentivarlo para que concurriesen juntos al gimnasio, pero él era demasiado vago para seguir una rutina de ejercicios.
El timbre del teléfono comenzó a sonar en cuanto entró a la habitación. La voz del hombre del lobby fue amable y clara.
-Sr. Finke tiene una llamada desde Misiones.
Cid se sentó en la cama y aceptó el llamado. La voz de su hermano sonaba contenida y preocupada.
-¿Qué pasa Ben?
-No quiero que te preocupes y mucho menos que interrumpas las vacaciones…
-Ben ¿qué está pasando?
-Papá está internado en Posadas. Tuvo una descompensación cardiaca hace unas horas.
-Voy para allá.
Benjamín intentó disuadirlo  pero no hubo ningún argumento válido para que lo consiguiera.
-Tratá de conducir tranquilo, Claus está bien. Te lo repito, no es necesario…
-Quiero verlo Ben, si todo está en orden puedo retomar mis vacaciones en seguida.
Cid cortó la comunicación y se quedó acostado en la cama observando fijamente el techo de la habitación.
Pensó en Rubí y la frase que había estado rondando su cabeza durante el viaje de regreso a Pinamar se le antojó que encajaba perfectamente con su situación actual.
“Es curiosa la vida. Cuando uno menos lo espera te sorprende para bien o para mal.”



Esa noche Ágata y Marina cerraron temprano el negocio. Cuando llegaron a la casa las chicas ya estaban en la cocina y Amatista empezaba a preparar la cena. Mientras Esmeralda ayudaba a su tía con las ensaladas, Jade y Rubí ponían la mesa. La televisión estaba con el volumen muy alto y en el living el equipo de música seguía encendido.
Demasiado caos auditivo para la anciana Ágata.
-¡Dios! Mis oídos van a estallar.
Hubo una carcajada generalizada y dos de las chicas corrieron a solucionar el problema. Esmeralda risueña miró a su abuela y dijo con ingenuidad.
-El bebé de la tía también debe estar agradecido. A los bebés no les gusta la música muy fuerte. La señorita Lucía lo explicó en la clase de biología.
Nadie emitió ningún comentario al respecto. Amatista con tranquilidad y guiñándole un ojo al resto de las mujeres dijo en voz alta.
-Estuve hablando con Esmeralda y ella está muy contenta con la llegada del nuevo integrante de la familia.
Una oleada de alivio recorrió la habitación. Por fin todo el clan estaba al tanto de la buena nueva.



Cid sacó el papel con el número de teléfono de Rubí y después de dudar un largo rato decidió que ya era hora de llamarla y explicarle lo que estaba sucediendo. Le temblaban los dedos y apenas podía marcar los números del aparato. Por fin el teléfono comenzó a llamar. La voz de una mujer atendió con amabilidad.
Cid respondió -con una excusa- tal y como habían acordado con Rubí en caso de tener que comunicarse a la casa.
-Buenas noches señora. Disculpe que la moleste a esta hora. Trabajo en el club de paddle y necesito hablar con Rubí por un cambio de horario en las canchas.
-Espere un momento por favor.
A Cid le pareció que Rubí tardaba una eternidad en atender su llamado. La chica llegó corriendo y contestó de forma ansiosa.
-¿Cid? ¿Pasa algo?
La voz trémula de la joven le rompió el corazón. Volver a escucharla era maravilloso y doloroso a la vez.
-Hola Rubí. Te llamo porque debo regresar de manera urgente a Misiones. Salgo para allí muy temprano en la mañana.
Rubí se quedó en silencio y sólo se escuchaba a través de la línea su respiración entrecortada.
-Rubí ¿estás ahí? –inquirió Cid desesperado.
Pasaron unos segundos interminables, hasta que ella habló en voz muy baja.
-Cid… Quiero verte. No importa lo temprano que te vayas. Por favor necesito verte.
El muchacho conmocionado solo atinó a balbucear algunas palabras.
-Yo también quiero verte, pero deberías salir de tu casa muy temprano y…-ella lo interrumpió con decisión.
-Mañana te espero en la entrada de Cariló. A las seis ¿te parece bien?
Cid estaba tan conmovido que apenas pudo contestarle.
-A las seis te espero en el arco de la entrada. Hasta mañana prinzessin.
-Hasta mañana Cid.
Rubí no podía controlar las lágrimas. Estaba sorprendida y asustada. ¿Acaso Cid se había arrepentido de volver a verla? A pesar de todo estaba segura de algo. Nunca podría retomar su vida anterior.
Simplemente porque ella, y a partir de ese momento, ya no podía concebir la vida sin Cid.



Cid Finke


4 comentarios:

Miss Bittersweet dijo...

Por la foto, Cid debe de ser un tío bastante sexy... Había oído Cid como apellido, pero nunca como nombre, es curioso. Sigo enganchada Bee! Un besote.

la MaLquEridA dijo...

¿Se irá Rubí con Cid? Yo creo que si.



Besos Bee.

MIMOSA dijo...

¿Cómo me voy a ir de aquí con esa boca?
Pero mira que eres!!!!
Casi me da a mi la parada cardíaca cuando leo que se tenía que ir, pensé que se largaba sin avisarla y ......pero no, por lo menos tenía el telefon number!
Bueno, mañana más!!!!

Bee Borjas dijo...

Mimi, estoy sorprendida! Te has leído una pila de capítulos, mujer! Eres una diosa! Para colmo tienes miles de cosas por resolver! Me mató lo del ventilador! JAJAJA! Por Dios, no asesines al vendedor!
Y sí, Cid es un muchacho muy varonil y caballero...
(Aquí debo confesar que prevaleció mi gusto personal en el perfil del protagonista);D
Bueno amiga, ajustate el cinturón y espera más revelaciones!
Besos a montones!!!