26 agosto, 2011

Capítulo 31

Faltaban poco días para la reunión del Clan y Amatista sentía que la ausencia de su madre iba a ser poco conveniente para el equilibrio emocional de la familia. Ella iba mejorando con su embarazo pero la situación con su sobrina se estaba complicando y no veía la forma de poder controlar los enfrentamientos que su intuición le estaba presagiando.
Si bien las damas de su clase padecieron lógicos momentos de dudas, el agua no había llegado al río y el afán por mantener la armonía y la prolongación de la especie habían finalmente triunfado.
Esta vez todo resultaba más complicado. Rubí era una muchacha muy persistente No claudicaba ante nada y su notable fuerza de voluntad era capaz de enfrentar cualquier desafío.
Su hermana y su madre trataban de no involucrarla en el problema, pero el amor que sentía por sus sobrinas le impedía apartarse de semejante encrucijada. Las chicas eran su debilidad y siempre había apoyado todas sus decisiones. Pero en esta ocasión todo era diferente. Estaba en juego no sólo el futuro de Rubí sino el destino de muchas personas.
En silencio Rubí se acercó a su tía y le plantó un sonoro beso en le mejilla. Amatista sorprendida abrió los brazos y enlazó con ternura la cintura de la chica.
-¡Me asustaste Ojos de Fuego!
Rubí se rió con ganas. Hacía mucho tiempo que su tía no la llamaba de esa manera.
-¡Esa era la idea!
Ambas comenzaron a hacerse cosquillas y tentadas de risa cayeron exhaustas sobre los sillones del living.
-Te quiero tanto Rubí.
-Yo también tía.
La mujer abrazó a la jovencita y comenzó a acariciarle la cabeza con ternura.
-No quiero que discutas con tu madre y mucho menos con Ágata.
-Yo tampoco quiero discutir. Pero te juro que esto no lo puedo controlar.
-Ya lo sé Rubí. En tantos siglos de lucha muchas mujeres han pasado por situaciones de pesar y de duda.
La muchacha se incorporó y con sus pupilas en llamas dijo con voz decidida:
-No tengo dudas, tía. Yo le pertenezco y él me pertenece a mí.
Amatista se esforzó por ocultar su angustia y le preguntó con precaución:
-¿Acaso ustedes dos ya han…?
La respuesta fue contundente.
-Ni siquiera nos hemos tocado. Eso lo hace más fuerte aún.
La mujer suspiró.
-¿Cuál es su nombre? –preguntó.
-Su verdadero nombre es Agustín. Pero su mamá siempre lo llamó Cid. ¿Sabés que significa Cid en árabe?
Amatista negó con la cabeza.
-Cid significa “El Señor”. Nunca conocí a alguien así. Me trata como a una verdadera mujer.
Finalmente Amatista se atrevió a hacer la pregunta que más le preocupaba.
-Rubí ¿le contaste algo sobre nuestra familia?
Los ojos de la joven se cubrieron de sombras. Fue como si un puñal atravesara su corazón. Las lágrimas le ahogaron la voz. La mujer se estremeció viendo el sufrimiento de su sobrina. La abrazó con infinito amor. No podía confrontarla. La amaba demasiado como para exponerla ante semejante dolor.
En ese preciso momento tomó una decisión que sabía iba a provocarle muchos problemas.


Al otro lado del océano Zafiro Pedra revisaba minuciosamente los informes de cada una de las asistentes a la reunión. Las honorables damas del Clan tenían un sinnúmero de obligaciones, una de ellas era mantener a la cúpula principal al tanto de todas las novedades que se produjeran en cada familia.
Zafiro revisaba datos, fechas de nacimientos, embarazos en curso y viajes de estudio entre tantas otras cosas. Este era el segundo día que se dedicaba a realizar esta tarea. Algo en especial había llamado su atención y ahora no podía recordar que era. Esto la tenía muy preocupada porque si estaba en lo correcto, en la próxima reunión se iban a producir revelaciones muy importantes. Dos legajos en especial se encontraban entre sus manos. Estaba segura que allí estaba la clave para recuperar el dato perdido.
Las hojas se apilaban sobre el escritorio y formaban pequeñas montañas de papel que parecían empeñarse en ocultar la valiosa información. Tras las gafas sus ojos lucían cansados y ansiosos.
De pronto una leve brisa proveniente del ventanal le descubrió unas hojas que habían quedado debajo de la pila. El marcador amarillo que había utilizado para resaltar aquellas palabras le ofreció la respuesta inmediata.
“Santo Dios”, murmuró la mujer santiguándose y dejando caer los papeles sobre la mesa.
Volvió a mirar los documentos sin poder dar crédito a lo que estaba viendo. No cabían dudas, las fechas eran las correctas.
Ambas mujeres eran de una pureza suprema. Las dos habían nacido el primer día del comienzo de cada estación. Ellas eran dignas representantes de su clase. Sus rasgos físicos y su carácter representaban con total fidelidad las notables características de su piedras de origen.
En los últimos tiempos esto no había sucedido con asiduidad. Por ese motivo esta circunstancia era tan especial. La desazón de Zafiro era consecuencia de una situación difícil de conciliar. Desde el mismo momento de su nacimiento ambas mujeres experimentaban una repulsión mutua imposible de controlar.
Si bien todas las damas tenían la secreta esperanza de lograr reunirlas, con el tiempo comprobaron que la distancia entre ellas era cada vez más insalvable. En una oportunidad las mujeres más ancianas del Clan debieron intervenir para que no se produjera un hecho lamentable.
Ahora los acontecimientos le iban a jugar una mala pasada. No tenían más remedio que conciliar. Ambas habían cumplido la mayoría de edad y no podían comportarse como dos chiquilinas obcecadas.
Además la debilitada situación actual les exigía un comportamiento acorde con lo que se esperaba de ellas. Las familias serian notificadas en el próximo encuentro y el proceso debía poner en marcha lo más rápido posible.
Zafiro miró por última vez las fechas. Se levantó lentamente del escritorio y con paso seguro abandonó la habitación.
Fecha de Nacimiento: 21 de Marzo de 1992 – Fecha de Nacimiento: 20 de Mayo de 1991.


Faltaban apenas 5 horas para que el ómnibus que trasladaba a Ámbar arribara a la costa. El viaje se estaba tornando bastante aburrido y ya nada la entretenía. Ni el Ipod, ni los juegos en el celular, ni siquiera las revistas que había comprado en varios puestos de diario lograban distraerla.
Los asientos le resultaban incómodos y ya no le divertía escuchar las aburridas conversaciones ajenas. Eran un grupo de pasajeros bastante eclécticos. Un par de ancianas con aspecto de turistas extranjeras, dos matrimonios de cuarentones con unos hijos odiosos que se la pasaban gritando todo el tiempo y el resto eran hombres de diferentes edades que parecían viajantes de comercio. En resumen, nadie para divertirse un rato.
Miró por la ventanilla del micro y suspiró contrariada. Kilómetros y kilómetros de campo se sucedían sin cesar. Cerró los ojos por un momento e intentó imaginar las caras de su abuela y su hermana al encontrar la nota que les había dejado.
Una sonrisa satisfecha se dibujó en sus labios. Pensó en llamarlas al llegar a destino. En verdad no quería preocuparlas demasiado, sabía que si tiraba mucho de la cuerda Ópalo podía ponerse bastante contrariada y eso no le gustaba para nada. Tampoco era para tanto, al fin de cuentas se estaba tomando un pequeño descanso.
Además iba a aprovechar el viaje para visitar a una amiga muy querida. Una risa irónica escapó desde su interior.
¡Cuánto tiempo sin verte querida Rubí!



Camino a Cariló








1 comentario:

MIMOSA dijo...

Imagino que la tía apoyará a Rubí en su amor por Cid, o por lo menos eso intuyo al leer que su decisión le provocaría muchos problemas.
En principio creí que hablabas de Rubí y de Ambar, pero veo que a las que te refieres han cumplido su mayoría de edad, así que podrían ser........estoy pensando.................Jade y......pero es que las chiquillas obcecadas son Rubí y Ambar........¿me quieres decir a qué edad sois mayores por ahí???? Igual no se esperan a los 18 años, .....¿?
Dime............
Espero sentada!!! Besos