19 agosto, 2011

Capítulo 25

Claus ya había sido dado de alta. Sus hijos hicieron los trámites necesarios para que él pudiese abandonar el sanatorio lo más rápido posible. No podía negar que el malestar había logrado asustarlo como pocas veces en su vida. Su mente racional y práctica le indicaba que ya era hora de modificar algunas cosas de su vida cotidiana. Los médicos habían sido muy claros. Debía reducir notablemente su jornada laboral y tratar de descansar un poco más. Su nueva rutina incluía la práctica de algún ejercicio físico y una dieta alimenticia bien controlada.
Ahora estaba regresando a la finca en la camioneta de Cid. Los hijos se habían comportado de una forma maravillosa.
Su mujer se sentiría muy orgullosa de ellos. El recuerdo de Amira lo hizo lagrimear. Intentando que su hijo no lo viera en ese estado se calzó sus gafas de sol y se dedicó a mirar en silencio la carretera.
Sólo faltaba 1 hora para llegar a Apóstoles y ninguno de los dos había pronunciado una sola palabra. Finalmente Cid rompió el fuego.
-Papá tengo que hacerte una pregunta.-Claus sin dejar de mirar por la ventanilla, asintió con la cabeza.
-Los médicos hablaron de un profundo estrés y Ben me contó sobre algo que encontraste hace poco puede que te haya alterado. Si tuviese que apostar ¿Por cuál de las opciones me aconsejarías que me inclinara?
El hombre se puso tenso y trató de restarle importancia a la pregunta.
-Supongo que deberías poner tus fichas en la opción médica. ¿Desde cuando la ciencia es menos creíble que las ideas peregrinas que se le ocurre a tu hermano?
Cid miró a su padre de reojo. Algo andaba mal. Claus era un hombre que nunca evitaba la mirada, sin embargo mientras tocaban este tema no se había atrevido ni una sola vez a mirarlo a la cara. Tratando de llegar al mismo punto, el joven insistió utilizando otro método de investigación.
-Ok Claus te creo. Sin embargo esa famosa caja que Ben encontró en el galpón nos tiene a todos muy intrigados. ¿Acaso encontraste algún secreto de familia que no quieras revelar?
El hombre ahora sí miró a su hijo a los ojos aunque escudado en sus gafas. La voz segura de Claus zanjó la cuestión.
-Supongo que si encontré algo perteneciente a la familia tengo el derecho de mantenerlo guardado hasta que me plazca. Por ahora sigo siendo el jefe de la familia Finke ¿o me equivoco Cid?
El muchacho lanzó una estruendosa carcajada y sin dejar de sonreír le dijo a su padre.
-Veo que ya estás en perfecto estado Claus. Tu humor sigue “encantador” como de costumbre.
Claus no pudo resistir la tentación y con falsa rudeza golpeó el brazo de su hijo en son de paz.



Esmeralda había salido con algunas compañeras de la escuela y ese mediodía no iba a almorzar a su casa. Amatista que estaba teniendo un horrible comienzo de embarazo prefería ayunar y se refugiaba en la tranquilidad de su habitación.
Jade y Rubí estaban solas en la cocina e intentaban preparase algo para comer. Ninguna de las dos se había atrevido a comenzar a hablar. Una por temor a las preguntas y la otra por las respuestas. Las ensaladas ya estaban listas y mientras ambas se sentaban a la mesa Rubí sintió que le debía una conversación a su hermana. Ella se había arriesgado mucho ayudándola con Cid y tenía derecho de saber como estaban las cosas.
Se sirvieron un poco de gaseosa y comenzaron a comer.
-Va a volver en un par de días. Su papá ya está bien y me dijo que vuelve para Cariló.
Jade sonrió pero al mismo tiempo hizo la pregunta que Rubí no quería escuchar.
-¿Qué vas a hacer con todo esto Rubí? Es verdad que nunca te vi en este estado de…de…
-De amor puro e irracional. No me molesta que lo digas. A mí me suena más extraño que a cualquiera de ustedes, pero tengo que empezar a aceptar que no puedo luchar contra lo que más deseo en el mundo.
Jade la miró con tristeza. Tenía miedo por las consecuencias de semejante declaración.
-¿Cid conoce la historia de la familia?
Rubí hizo una mueca desdeñosa y respondió con pesar.
-Apenas pudimos estar unas pocas veces juntos. Ni siquiera se me ocurrió pensar en ello.
-En nuestro caso es lo primero en lo que debemos pensar.
Rubí la miró con rabia en los ojos.
-¡Nunca pensé que iba a tener que explicar nada Jade! Siempre imaginé que iba a irme de aquí y que mi vida tomaría otro camino! Tenía muchos planes-agregó con nostalgia- pensaba viajar, intentar diferentes trabajos y tratar de vivir mi vida fuera del Clan pero respetando lo mejor posible sus leyes de abstinencia. Ni entregada al Clan pero tampoco enfrentada a él.
-Sabemos que lo primero va a ser enfrentar a Ágata y a mamá.
-Yo me pregunto si habrá tal enfrentamiento. Quizás cuando Cid conozca la verdad decida huir lo más rápido posible de aquí. –dijo Rubí con amargura.
-¡No somos monstruos Rubí! –replicó Jade enojada.
-¿Y qué somos hermana? ¿Siervas?¿Esclavas del tiempo? ¿Acaso no intercedemos con nuestro sacrificio en el equilibrio emocional del Universo?
Jade permaneció un momento en silencio. Tenía las mejillas coloradas y la respiración alterada.
-Muchas damas han renunciado a seguir las reglas.
-La persecución fue implacable y ambas sabemos las consecuencias.
Jade volvió a mirar a su hermana con determinación.
-Yo te pregunto, Cid ¿vale la pena?
La muchacha rodeó la mesa y se acercó hasta su hermana. Le tomó ambas manos y con una sonrisa muy dulce le dijo con emoción:
-No puedo imaginar la vida sin él.
Jade la envolvió con sus brazos y con lágrimas en los ojos, murmuró:
“Vamos a enfrentar lo que el destino nos depare. A partir de ahora el mundo va a tener que empezar a cuidarse solo.”




Apóstoles-Misiones




1 comentario:

MIMOSA dijo...

Uno debe de enfrentarse a su destino o por mucho que se enfrente siempre está escrito???? A veces me cuestiono esa situación, quizás por mucho que uno haga, que batalle, que navegue contra el río, está predestinado y llega a este mundo por algo concreto, para aprender una nueva lección, para poder crecer en éste nuestro universo.
Besos Bee, este capítulo, como otros tantos, me llevan a reflexión.
Abrazos miles!