23 agosto, 2011

Capítulo 28

El timbre del teléfono sonó varias veces antes de que Amatista pudiera llegar a atender la llamada. Las náuseas continuaban hostigándola y su estómago le jugaba malas pasadas a lo largo de todo el día. Finalmente logró responder. Se sorprendió al escuchar una firme voz masculina preguntando por su sobrina Rubí.
-Buenas tardes ¿podría comunicarme con Rubí?
Ami titubeó una fracción de segundo. Recurriendo a su magnífico don de autocontrol, respondió con voz serena.
-Por supuesto. ¿Quién le habla?
El muchacho volvió a hacer gala de su voz firme y varonil.
-Cid Finke.
-Un momento por favor.
Extrañamente nerviosa se levantó del sillón del living y se quedó parada tratando de hacer un poco de tiempo. Su sobrina seguramente la mataría si la encontraba demorando la comunicación, pero algo le estaban ocultando y ella quería saber de que se trataba.
En ese preciso momento Jade bajaba las escaleras y se dirigía hacia la cocina. Amatista aprovechó la situación.
-Jade, tu hermana tiene una llamada. Un tal Cid Finke aguarda en el teléfono.
El rostro de la chica se tornó de un color púrpura intenso. Se quedó paralizada y no emitió una sola palabra.
-¿Me escuchaste Jade?
La muchacha dio un respingo y salió disparada hacia el piso superior. Antes de alcanzar el descanso de la escalera dijo en voz alta:
-¡Rubí, teléfono!-y repitió con más fuerza aún- ¡Teléfono!
Amatista pasó la llamada y permaneció quieta y en silencio. Definitivamente algo extraño estaba sucediendo y ella iba a averiguarlo. Sea como sea.



Caía la tarde en Berlín y Alina Gestein aún no se decidía a realizar aquella compleja llamada telefónica. Sabía que se estaba demorando demasiado pero no se atrevía enfrentar tamaña empresa. Desde hacía dos años Zafiro Pedra se encargaba perfectamente de tratar ciertos temas, pero esta vez le tocaba a ella enfrentar dicha situación. Su cargo como representante
del clan en Alemania le otorgaba ciertas responsabilidades que ya no podía eludir.
Finalmente y antes de que sea demasiado tarde tomó el teléfono y se comunicó con la persona indicada.
-Hola.
El tono del secretario de Estado no era tranquilizador en absoluto. Alina sintió que la piel se le erizaba y que sus manos comenzaban a transpirar copiosamente.
-Buenas tardes señor secretario. Le está hablando Alina Gestein.
Un suspiro de alivio se coló ruidosamente a través de la línea telefónica.
-¡Por fin Señora Gestein! Pensé que se había olvidado de nosotros…
-De ninguna manera señor. Estamos un poco retrasadas con la organización de nuestro encuentro y…
El hombre la interrumpió súbitamente preocupado.
-¿Acaso hay algún problema grave que retrase la reunión?
-Quédese tranquilo señor. Sólo son detalles de último momento. Lo llamaba precisamente por comentarle que las damas se están por encontrar en unos días y la prioridad es tratar el tema que nos atañe a todos.
-¿Entonces estoy autorizado a informar que la situación va a tratarse en corto tiempo?
-Absolutamente señor secretario.
-Me deja usted tranquilo señora Gestein. Sabe perfectamente que todos confiamos en la imprescindible ayuda del clan. Nuestros antepasados y los suyos dan fe de ello.
La mujer sonrió con orgullo.
-Le agradezco su voto de confianza señor. Por el momento es todo lo que tengo para decir.
Ambos interlocutores se despidieron con cordialidad. Alina Gestein pensó que a pesar del tiempo y de los siglos transcurridos, la política y las necesidades del mundo cada día se distanciaban más.



Rubí estaba en su cuarto escuchando su Mp3. La música a veces la calmaba y otras veces lograba sacarla de quicio.
Nada la confortaba y su malestar crecía a pasos agigantados. Todo parecía estar fuera de control. La computadora estaba encendida y emitía imágenes que le dañaban los ojos, sin embargo ni siquiera hacía el mínimo esfuerzo de levantarse y apagarla.
La ropa desordenada, los libros fuera de lugar y cientos de cds desparramados por la alfombra completaban el caótico cuadro. Ella que siempre había alardeado de ser metódica y prolija ahora no se reconocía a sí misma.
Jade entró como un relámpago a la habitación. Solo necesitó mirar a su hermana y señalar el teléfono para que esta se levantara como una flecha y atendiera el llamado.
-Hola…-dijo con voz temblorosa
-Prinzessin…
Ambos permanecieron en silencio por una fracción de segundo. La energía que corría entre los dos se reconocer aún a través de la distancia.
-¿Cómo estás Rubí?
Ella sentía que el corazón le estallaba de felicidad. Todo parecía tan irreal. La sangre fluía con facilidad cuando él le hablaba.
-Ahora estoy muy bien –dijo la chica sonriendo.
Cid no pudo contener la carcajada.
-Mañana estoy viajando para Cariló.
A ella se le llenaron los ojos de lágrimas y no pudo decir nada.
-¿Rubí? –pregunto el muchacho preocupado.
-Si… Es que estoy un poco lenta últimamente-le respondió la chica con humor.
La mayoría de las veces se debatían en su interior dos emociones absolutamente encontradas. Por un lado sabía que lo que sentía por él era un fascinación irremediable y por otro lado experimentaba una sensación de absoluta obsesión por ese hombre casi desconocido que la hacía sentir débil y vulnerable.
Sacudió la cabeza para alejar aquellos pensamientos contradictorios y afirmó con pasión:
-Me gustaría que estuvieras aquí. Te extraño demasiado Cid. Me duele el alma.
La espontánea confesión de la joven lo dejó en estado de shock. Su estabilidad emocional sufrió un duro golpe.
Hacía mucho tiempo que no sentía de esa forma. Esa mujercita lo estaba condenando a amarla con intensidad y sin remedio. Era como si con su ingenuidad y su frescura lo hubiese rescatado de una soledad oscura y persistente.
-Mañana por la noche estaré por allí. Te quiero Rubí.
-Te quiero Cid.
Y así es como un día cualquiera nos despertamos y nos encontramos con uno de los desafíos más importante de aceptar.
La maravillosa decisión de atreverse a amar a alguien.




Castillo de Bellevue
Berlín





7 comentarios:

MORGANA dijo...

Te sigo leyendo aunque no comente y es realmente bueno...mejor diría buenísimo.
Mi abrazo eterno.

Miss Bittersweet dijo...

Qué difícil es decir te quiero y qué fácil les resulta a ellos... Un besazo, Bee.

Bee Borjas dijo...

PODEROSA MORGANA:
Yo sé que estás ahí, Mor! Que te guste la historia, me hace muy feliz. Es arduo el trabajo, pero tus palabras me emocionan y me ayudan a seguir escribiendo!
Mi eterno cariño para tí, amiga!
MISS BITTERSWEET:
Es verdad! Yo soy muy carñosa, pero me cuesta decir "Te quiero" Creo que esta historia me está sirviendo de catarsis! JAJAJA!
Gracias por estar siempre, bella dama! :D

la MaLquEridA dijo...

Atreverse a amar a alguien, a desafiar al destino.


Cuídate Bee.

Bee Borjas dijo...

Es verdad, Flor. A veces elegir a alguien conlleva a desafiar al destino. Vale el riesgo, no?
Gracias x seguir la historia!
Besos miles, amiga querida!

MIMOSA dijo...

¡Ya decía yo que ese nombre me sonaba!!! Alina fue la protagonista de mi café de la esquina...lo que la mía era francesa (mira tú como son las cosas!!!)Ja,ja,ja,ja. ¡Me encanta que hayamos coincidido en el nombre!! (Eso debe de significar que estamos más que conectadas, ja,ja,ja)

Algo grave tiene que pasar cuando ya estamos llamando al Secretario de Estado!!! ¿Qué te traerás entre manos o.........,mejor dicho, en el pensamiento???

Lo del "TE QUIERO" ya,... así, ...ahora, ¿cómo corren estos niños??? Yo he sido la tumba de Tutancamon al lado de ellos. ¡Recórcholis!

Besos!!!!

Bee Borjas dijo...

Yo no tengo dudas de que estamos conectadas, Mimi!
El Universo nos reúne y las vibraciones se encuentran!
Preparate, porque la historia comienza a revelarse!
Besazo, mujer!