22 agosto, 2011

Capítulo 27

Callan y Cid almorzaban en un tradicional asador que solían frecuentar cuando estaban en Apóstoles. Era un lugar pequeño y conocían a los dueños desde que eran muy pequeños. Cuando estaban por finalizar el almuerzo Cid le confirmó su hermana que a la mañana siguiente volvería a la costa. La chica se recostó ligeramente sobre la silla y miró a su hermano
con cierto recelo. Con los ojos entornados y la sonrisa pícara dijo suavemente.
-Hum… hermanito querido. ¿Hay algo que debería saber y que aún no me has contado?
Cid tratando de ignorar la pregunta sarcástica de su hermana respondió con otra pregunta.
-¿Acaso no tengo derecho a retomar mis vacaciones? Claus ya está en perfecto estado y yo creo que merezco volver mi lugar de descanso.
-Vamos Cid, a mi no me digas esas cosas -se burló Callan con desdén-Te conozco demasiado. Algo me estás ocultando.
-No delires Callan. Te digo la verdad. Quiero disfrutar de mis vacaciones.
-Ok, quizás esté perseguida por lo que sucedió con papá. Pero resulta tan extraño que de pronto tus vacaciones sean tan importantes para tu vida…
-Siempre hay tiempo para cambiar ¿no te parece?-dijo Cid despeinando la cabellera de su hermana.
-Y bien ¿a qué hora te vas?
-Seguramente saldré al amanecer. Espero estar en la ruta alrededor de las 5.30 de la mañana.
-¿Ya hablaste con papá?
-Si, ya sabe que me voy mañana.
De pronto Callan cambió la expresión de su rostro.
-Cid ¿te dijo algo más sobre la caja que encontró Ben en el galpón?
-No. Es más, fue bastante reticente con el tema. ¿Cuál es tu opinión con respecto al dichoso descubrimiento?
La chica frunció nuevamente el ceño y dijo:
-No estoy muy segura. Pero creo que algo que descubrió en aquella caja logró desestabilizarlo bastante.
-¿Tuviste oportunidad de ver lo que hay adentro?
-En absoluto. Claus la tiene escondida bajo cuatro llaves. Precisamente su empecinamiento en protegerla tanto es lo que más sospechas me provoca.
-Quizás debamos dejar transcurrir el tiempo. Supongo que él sabe lo que hace.
Ambos se miraron con incertidumbre. Claus era un hombre muy práctico y cerebral. Nunca flaqueaba ante nada.
Evidentemente algo muy especial había logrado perturbar su legendario autocontrol.



Ópalo Pierre se había comunicado con Zafiro Pedra y le había hecho una solicitud muy especial. La situación personal con su nieta menor se estaba tornando insostenible y ella pretendía calmar un poco las aguas enviando por unas semanas  a Ámbar a Portugal. Estaba convencida que si la joven permanecía un tiempo bajo el estricto control de las damas portuguesas llegaría a comprender que su conducta estaba errada y que podría volver a encauzarla en la doctrina del Clan.
-Se muy bien que lo que estoy solicitando es algo muy especial mi estimada amiga, pero no encuentro una manera más adecuada para tratar de hacer entrar en razón a mi nieta.
Desde el otro lado de la línea, Zafiro escuchaba con suma atención las palabras de la dama francesa. Sabía muy bien el estado en que se encontraban las cosas. No era la primera vez que Ámbar Pierre provocaba un sinnúmero de pesares
a su familia. Era una muchacha muy especial. Había nacido con dones maravillosos. Pero por algún motivo que ella no alcanzaba a comprender era propensa a generar conflictos y a desobedecer con descaro no sólo las normas del Clan sino incluso las normas mínimas de convivencia que se imponen en el orden cotidiano de la vida.
Definitivamente era un caso a tratar en la próxima reunión. Por ese motivo se hacía imposible concretar la solicitud que le estaba proponiendo Ópalo Pierre. En estos momentos la Casa de Portugal se encontraba en medio de los preparativos del esperado cónclave y era imposible tener el tiempo necesario para acondicionar el lugar y alojar a una joven tan temperamental.
-Ópalo conozco de sobra el problema por el que estás atravesando, pero es imposible recibir a tu nieta en estos momentos.
La mujer cerró los ojos y se concentró tratando de buscar en su mente algún argumento más contundente. Sin embargo sabía en su interior que lo que estaba solicitando era imposible de conceder en ese momento.
-Te pido miles de disculpas Zafiro. Es que estoy desesperada…-murmuró la anciana con un dejo de angustia en la voz.
-Comprendo tu posición estimada amiga, pero por el momento te sugiero que como ley de último recurso utilices todos los medios que se encuentren a tu alcance para solucionar este grave problema. En nombre de la ley del Clan te autorizo a recurrir a tus dones con el fin de evitar males mayores.
Ópalo Pierre se despidió de su amiga portuguesa y respiró profundamente. Se sentía con la conciencia tranquila. Sabía que lo había intentado todo.
Ahora ya no tenía otra opción.



Mientras Benjamín Finke recorría la finca y se aseguraba que todo estuviese bajo control, su padre descansaba en el porche de la casa principal. Claus finalmente se sentía en buen estado y su ánimo había mejorado notablemente. Nunca había tenido
problemas serios de salud y este último episodio lo tenía bastante angustiado. No quería demostrar inseguridad frente a sus hijos, pero en su interior reconocía que su malestar lo había asustado más de lo que pretendía reconocer.
Además no podía quitarse de la mente aquella maldita caja. Aún no comprendía el motivo por el cual ese hallazgo lo alteraba tanto. En definitiva se trataba solamente de unas cuantas cosas viejas y de un dibujo que no tenía ningún significado especial para él. Quizás ahí residía el misterio. ¿Cuán importante había sido aquel dibujo para su padre? ¿Por qué motivo lo había conservado escondido en aquella caja? Y lo más extraño de todo ¿Quién era esa mujer que aparecía retratada en aquel viejo boceto?
La voz de su empleada Frida lo devolvió a la realidad. La mujer estaba parada frente a él y llevaba consigo una bandeja con una pequeña vianda especialmente preparada.
-Ya es hora de que coma algo don Claus.
-Gracias Frida.
La mujer dejó la bandeja sobre la pequeña mesa del porche y cuando estaba a punto de retirarse la voz de Claus la detuvo repentinamente.
-Frida quiero hacerle una pregunta. Ella asintió con respeto.
-Diga don Claus.
-Tus padres trabajaron aquí desde que mi familia se radicó en la finca ¿verdad?
-Así es señor. Mis padres-Dios los tenga en la gloria- trabajaron para el señor Karl y la señora Ursula desde el principio.
-¿Alguna vez le comentaron sobre la existencia de algún pariente cercano?
Frida frunció el ceño pensativa.
-Que yo recuerde, mis padres me contaron que don Karl y la señora Ursula habían llegado solos desde Alemania y que nunca volvieron a tener contacto con su familia de Colonia. En cambio me dijeron que aquí habían hecho muchas amistades y que eran muy queridos por todos los vecinos de la zona.
Claus asintió con resignación, sabía desde el principio que la gente de allí no iba a poder ayudarlo con su intrigante misterio.
Sin duda iba a tener que tomar otros caminos para llegar a descubrir la verdad.




2 comentarios:

la MaLquEridA dijo...

Yo creo que lo que Claus esconde es una amante por qué qué otra cosa significará esa mujer del dibujo?

MIMOSA dijo...

Hola, hola!!!! Creíste que me había evaporado???? Nooooo, aquí estamos, abriendo esa caja de Pandora que tanto está dando que hablar!!!
Besos.