20 agosto, 2011

Capítulo 26 "Relaciones Internacionales"

La biblioteca del Clan en Portugal era una de las más antiguas del mundo. La construcción era de una belleza estremecedora y contenía cientos de volúmenes no sólo relacionados con el Clan sino con la historia misma del Mundo. Textos procedentes de diferentes países colmaban cientos de estantería perfectamente codificadas.
La mayoría de los libros estaban al alcance de cualquiera de las damas pertenecientes al Clan. Había una sola excepción.
El texto en cuestión era un libro escrito en lengua árabe durante la primera parte del siglo XIII. Dicho volumen contenía no sólo las normas propias del Clan sino también ciertos vaticinios que invariablemente se iban a producir a lo largo de los años. Este apéndice especial estaba a disposición exclusivamente de la mujer que tuviera el cargo de Representante Oficial. Otra dama que no gozara de esta distinción no tendría acceso a dicho apéndice.
Zafiro Pedra en sus dos años de funciones orgánicas se había negado sistemáticamente a recurrir a dichas profecías. Personalmente creía que hasta el momento no había sido beneficioso utilizar esa información para conducir la jefatura.
Sin embargo los últimos acontecimientos, la estaban llevando a pensar todo lo contrario. Ante la inminencia del próximo encuentro, se habían sucedido una serie de hechos que la estaban haciendo reflexionar seriamente al respecto.
La actitud de la familia Pietra y las advertencias que le había hecho Alina Gestein le indicaban que a pesar de su reticencia no iba a tener más remedio que recurrir a los antiguos textos y tratar de encontrar allí las formas más apropiadas para resolver los posibles inconvenientes que intuía se desencadenarían en el esperado encuentro.
En silencio y tratando de ubicarse cerca de la ventana principal del antiguo recinto, Zafiro con deliberado cuidado buscó en el índice del viejo apéndice un tema que le interesaba especialmente.
El sol estaba cayendo por el poniente y un brisa leve y cálida le permitía leer con total nitidez los ítems que se sucedían en dicho escrito. Su dedo índice fue desplazándose con suavidad a través de la columna de caracteres árabes que se encolumnaban con exquisita prolijidad. Un súbito escalofrío le recorrió la espalda. Finalmente había llegado a la información que le interesaba. Y por cierto el tema le desagrada en absoluto. Sus ojos se posaron con temor sobre aquel título que sabía las consecuencias que se iban a desatar una vez anunciadas a las diferentes familias.
“Que Dios nos proteja”, imploró la dama portuguesa.
Los trazos escritos a mano alzada rezaban con impecable tipografía arábiga el siguiente texto:
“Las doncellas elegidas para la especial ocasión deberán provenir de un nacimiento primario y puro.”



Marina y Ágata ordenaban el equipaje que la anciana debía llevar a la reunión. Ambas permanecían en silencio y seleccionaban la ropa y los enceres que debían empacar en las maletas. La mujer no era la primera vez que ayuda a su madre a alistarse para tal fin. Desde pequeña le entusiasmaba participar de dicho preparativo. En cambio su hermana Amatista siempre había tratado de evitar involucrase en dicha tarea ya que le provocaba cierta incertidumbre las noticias que su madre podría llegar a traer a su regreso.
La casa estaba en completo silencio. Esmeralda estaba comiendo en casa de unas compañeras de escuela, Amy descansaba en su cuarto y Jade junto con Rubí almorzaban tranquilamente en la cocina.
De pronto Marina se sentó sobre la cama de su madre y suspiró con profundidad. Ágata sin dejar de plegar un par de medias que tenía entre las manos, la miró de soslayo y le dijo:
-Vamos Marina, preguntame lo que quieras saber.
La mujer tratando de mantener la calma, dijo con tono sombrío:
-Mamá quiero que me digas que viste cuando miraste a los ojos de Rubí.
Ágata interrumpió su labor y se sentó junto a su hija mayor.
-Marina no voy a andar con rodeos. Rubí está perdidamente enamorada. Cuando digo esto no me estoy refiriendo a un encantamiento momentáneo. Más quisiera yo que fuese eso. No es solamente lo que yo pude ver sino lo que ella misma me confesó con firme resolución. “Ya nada puede impedir el curso de la cosas”. Eso fue exactamente lo que me dijo.
Marina se llevó las manos a la cara y permaneció con el rostro oculto un largo rato. Por fin dijo:
-¿Qué vamos a hacer? Ambas sabemos que Rubí es una chica muy especial. Su temperamento…
-Su temperamento es tan firme como el mío y como lo fue el tuyo en su momento. Sin embargo ambas pudimos ver cual era la elección correcta.
A Marina se le llenaron los ojos de lágrimas y no pudo continuar con la charla. Los recuerdos volvían a su mente y la torturaban de manera brutal. Tuvo que recurrir a la fuerza de sus dones para acallar tanta angustia y pesar.
Su madre había tardado mucho tiempo en confesarle su propia debilidad y ella sabía con certeza que Ágata se había visto obligada a descubrir dicho suceso con la intención de aliviar el dolor y la desesperación que la tenían atrapada a ella misma.
“El amor de mi vida” había admitido su madre con increíble hidalguía. “Dejé ir al hombre de mi vida, pero ahora viéndolas a ustedes reconozco que mi decisión ha sido la correcta.”
Marina a pesar de estar muy orgullosa de sus tres hijas, en el fondo de su alma aún podía recordar la sensación de plenitud que aquellos ojos dorados ejercían sobre ella. Los mismos ojos dorados que veía cada día de su vida cuando miraba a Rubí a la cara. El mismo fuego y la misma pasión. Esa firmeza de carácter que sólo pudo ser sometida gracias a una poción tan milenaria como eficaz.
En su mente había quedado grabado a fuego con la indiferencia que aquellos ojos en llamas la habían mirado después de beber el brebaje fatal. A pesar de los años y del tiempo transcurrido aquella sensación de muerte en vida la perseguía en sus sueños como una pesadilla recurrente. Nunca se lo había dicho a nadie. Ya no tenía sentido.
Ella había elegido y era su deber hacerse cargo de las dolorosas consecuencias.





Biblioteca del Clan en Lisboa


5 comentarios:

Miss Bittersweet dijo...

Bee, te leo después de varios días y la historia sigue siendo igual de intensa e interesante. Espero que en esta historia gane el amor y no la razón, pero seguro que acabas sorprendiéndome con un buen final :)

Bee Borjas dijo...

Jajaja!!! Tranquila Miss! Aún debe correr mucha agua por este río!
Gracias x seguir la historia!
Besos miles!

la MaLquEridA dijo...

Aquí ando Bee leyéndote, voy a la escuela y regreso a terminar los capítulos que me faltan.


Besos

MIMOSA dijo...

¡Qué duro debe ser renunciar al amor verdadero cuando lo has encontrado!!!
Si de por sí las rupturas son dolorosas, ¿cuanto más si es un trozo de tu alma quién se deja marchar?
Me gustan las bibliotecas con aire a viejo,... guardianas de secretos entre las repisas que retienen historias.
(Suspiro, suspiro, suspiro)

Bee Borjas dijo...

LA MALQUERIDA:
Gracias por leer, Flor! Suerte en la escuela!
Un abrazo, amiga!
MIMOSA:
Yo creo que uno debe luchar hasta el final por lo que ama! Hasta la última gota de sangre. Ya sé, soy muy testaruda. Pero no puedo reaccionar de otra manera! Adoro las bibliotecas! En cada viaje que hago, trato de conocer alguna nueva.
Besos enormes, Mimi!