07 agosto, 2011

Capítulo 14

Ya era de noche y Cid estaba terminando de cenar en el hotel de Pinamar.
Este era el final de un día que se le antojaba irreal. Todo lo que recordaba le parecía absurdo y desproporcionado. El encuentro con esa chica en la playa lo había descolocado y no había podido encontrar serenidad durante el resto de la jornada. Después que la joven había desaparecido, él se había quedado allí con su campera entre las manos sin atreverse a hacer nada. Estaba como hipnotizado. Pero también experimentaba una sensación de energía y confianza que lo confundían aún más. Se sentía pleno, casi feliz.
Aceptaba que Rubí le había parecido una diosa. Pero tampoco debía olvidar que quizás no fuera mayor de edad. Estaba decidido, iba a encontrarse con ella al día siguiente, le devolvería la campera y le iba a decir adiós.
Él se consideraba un hombre razonable. Pero un hombre razonable no cena en un bonito hotel frente a una hermosa playa con la campera de una desconocida colgada en la silla de al lado.
¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso se había vuelto loco?
De pronto y mientras tomaba el café se le ocurrió llevarse la campera a la nariz. Tenía un aroma dulce y muy cálido. Cuando advirtió la mirada curiosa de la mucama, dejó caer el abrigo sobre sus piernas y trató de parecer distraído.
Tenía los ojos de Rubí clavados en le mente. Eran brillantes como dos piedras preciosas. No había podido encontrar una mejor definición para describirlos. Emanaban una energía poderosa. En realidad, toda su figura era una fuente de luz y calor.
Intentó recordar en su pasado amoroso un encuentro similar y para su asombro no pudo hallar ninguno. Siempre había iniciado una relación ya sea formal o fugaz basándose en una primera impresión. Era un razonamiento lógico. En un principio la atracción visual le resultaba imprescindible.
Pero esta vez era una situación muy especial. Casi no habían cruzado palabra, sin embargo el magnetismo había sido instantáneo y poderoso. Y sobre todo perdurable. Tenía la imagen de aquella mujercita grabada en la mente.
Se sentía confuso y esa confusión lo perturbaba aún más. Se imaginaba contándole esta historia a su hermano mayor. Con seguridad Benjamín se reiría de buena gana. Descontando el asombro que experimentaría Callan.
Frunció el entrecejo y se levantó repentinamente de la mesa. Mientras avanzaba hacia el ascensor que lo llevaba hasta su habitación escuchó la voz de la camarera que le decía:
“¡Señor Finke se está olvidando su campera!”



Hacía un par de horas que estaba dando vueltas en la cama. No podía dormir. Intentaba quedarse quieta pero el cuerpo no respetaba las órdenes del cerebro.
Suspiraba profundamente y se estremecía al recordar a Cid. Era alto y algo delgado, pero nadie podía dudar que lo que se destacaba en él eran los rasgos de su cara. Poseía una extraña mezcla de razas que desconcertaban a quien lo estuviera observando.
La piel era de un color dorado intenso. El cabello era corto y parecía suave.
Y sus ojos eran una delicia. Eran castaños y profundos y las pestañas parecían una cortina oscura e infinita.Todavía podía sentir el calor que emanaron sus manos cuando se estrecharon en aquel saludo fugaz.
Se sentía tan vulnerable. Algunos chicos con los que había salido le provocaron excitación, pero en este caso el deseo por ver nuevamente a Cid la colmaba de gozo.
“Si supiera con cuanta ansiedad estoy esperando el momento de volverlo a ver.”
Tenía que calmarse. Necesitaba sosegar un poco su ánimo. Sabía muy bien que esto no iba a ser nada fácil. Si este hombre correspondía a sus sentimientos, las cosas iban a empeorar.
¿Cómo iba a enfrentar a Ágata? ¿Qué le iba a decir a su madre?
Sacudió la cabeza y un pensamiento fatal atravesó su alucinada mente.
“¿Y si no le gusto?”
Furiosa con ella misma escondió la cabeza debajo de la almohada y cerró con fuerza los ojos.
Era inútil, ahí estaba él otra vez. Lo veía sentado junta a ella en la playa y no pudo evitar dibujar una enorme sonrisa que se le escapaba desde el alma.



Ágata y su hija menor estaban sentadas en el porche de su casa. Ya eran las dos de la madrugada y hacía un buen rato que estaban conversando en voz muy baja.
Mientras Ami se cubría con un chal, su madre servía un poco más de té.
La noche estaba estrellada y el cielo parecía estar pintado de un color azul profundo. Una leve brisa hizo temblar a la joven mujer. Ágata le alcanzó una taza de té caliente.
-Gracias mamá.
La miró con dulzura y se recostó sobre el sillón de lona. Decidió que ya era tiempo de hacerle ciertas preguntas.
-Ami…
La anciana dudó un momento. Sin embargo Amatista la alentó con la mirada.
Entonces Ágata habló.
-¿Cuántos meses de embarazo son?
- Casi dos. Creo que entro en el tercero el mes que viene.
- Deberías pedirle una consulta a la Dra. Rocha.
- Mañana sin falta me comunico con ella.
Un nuevo silencio interrumpió la conversación. Ágata titubeaba porque lo último que pretendía era herir a su hija. Amatista le ahorró la temida pregunta. Apoyando una mano sobre el brazo de su madre dijo con solemnidad:
-No te preocupes mamá. Cumplí con todas las normas del Clan. El padre de mi hija no recuerda nada. Para él, ninguna de nosotras existe. Es un hombre sano y simple. No notó ninguna diferencia en el sabor del café que le ofrecí.
Ágata suspiró aliviada. El ritual se había cumplido como se venía repitiendo desde hacía siglos atrás. El agua de ágatas verdes no sólo incrementaba la fertilidad sino que también tenía un efecto amnésico en el varón que la bebiera. Su hija había logrado cerrar con éxito la primera parte de la historia.
La rueda volvía a girar otra vez.

6 comentarios:

MIMOSA dijo...

He de pensarme que decirte................................................................................................................................................................................................La primera parte, siguiendo esa historia de dos almas encontradas, me revoluciona como a una quinceañera, quizás porque hace demasiados años que no siento esa sensación,..................Pero ese final............ese final que desvela pero intriga............ese final me hace pensar que no se que te puedo decir...........pero me gusta.
Besos!

la MaLquEridA dijo...

Después del capítulo catorce era justo ya que me aprendiera los nombres y la relación con cada personaje, aí voy despacito pero ya le agarro la onda Bee.


Un abrazo.

Bee Borjas dijo...

MIMOSA:
Si supieras lo gratificante es saber que las historias que bullen en mi cabeza, sensibilizan a los que las leen...
Tus palabras no hacen más que alentarme a seguir con más ganas!
Besos y un abrazo enorme,linda Mimi!
LA MALQUERIDA:
Es natural que uno tarde en conocer a los personajes, bella Flor!
Creo que peco de exceso de ellos. Pero ya verás que cada uno tiene una razón de ser!
Ojalá te siga gustando amiga!
Besos porteños para tí!

Miss Bittersweet dijo...

He salido fuera unos días y ya tenía unos cuantos capitulillos para leer :) me tiene ilusionada la historia de Rubí y Cid. Por cierto, Rubí es pelirroja? Así me la imagino, aunque no sé si la describiste de esa manera, pero la verdad es que le pega jaja. Y me intriga mucho quién será el hombre que ha embarazado a Ami y si ella, como Rubí, estará enamorada de él...

escarcha dijo...

por fin tuve tiempo para sentarme y leerte Bee. no quería hacerlo sin sentirme tranquila para poder concentrarme. Cada personaje va tomando forma y peso.
es una verdadera joya esta novela
te sigo leyendo amiga querida

Bee Borjas dijo...

MISS BITTERSWEET:
Hola Miss!!! Y sí, Rubí tiene el cabello pelirrojo. Le hace honor a su nombre y a su piedra de nacimiento.
Gracias x seguir la historia!
Un abrazo, amiga!
ESCARCHA:
Es un lujo que te hayas enganchado con la novela, Diana!
La respuesta de ustedes me pone mucha pila y me ilusiona mucho!
Besos brujos, morocha bella!