06 agosto, 2011

Capítulo 13

Ópalo Pierre había tomado una decisión. Debía hablar seriamente con su nieta menor. Ámbar con sus actitudes despectivas estaba llegando a un límite muy peligroso. Cada día que pasaba la convivencia se tornaba más insoportable. Ámbar era soberbia y vanidosa. Siempre pretendía ser el centro de atención y aprovechándose de su belleza lo lograba con facilidad. En cambio Topacio era una joven franca y equilibrada. En su vida no había espacio para la envidia y los celos.
Desde la cocina de su casa, Opalo miraba con fijeza el cordón montañoso que se apreciaba a través del ventanal. Hacía más de ocho décadas que su familia se había instalado en San Martín de los Andes. Los Pierre llegaron provenientes del sur de Francia y encontraron en aquel hermoso lugar un sitio adecuado para asentarse.
Como la mayoría de las familias del Clan habían optado por refugiarse en el continente americano con el fin de proteger a todos sus integrantes. Europa había dejado de ser un lugar seguro. El nuevo continente les otorgaba el anonimato que les era imprescindible para subsistir.
Ámbar entró en la cocina con su habitual malhumor. Por la mañana se tornaba más irritable y caprichosa. Hoy no era la excepción.
-Buenos días Ámbar.
La joven penas miró a su abuela y con displicencia se sirvió unas galletas que estaban sobre la mesa. La anciana repitió el saludo con autoridad.
-Buenos días Ámbar.
El tono cortante de la voz de su abuela hizo que la chica modificara astutamente su actitud.
-Buenos días nana.
Satisfecha, Ópalo le sirvió una taza de café con leche y se sentó frente a ella.
-Necesito que hablemos. Mejor dicho, necesito que me escuches con atención.
Inquieta ante la seriedad de la situación, la jovencita permaneció callada y alerta.
-No puedo seguir tolerando la forma en que están peleando con tu hermana. Soy una mujer mayor y cada día me cuesta más mantener el equilibrio. Son dos mujeres ya crecidas y sin embargo terminan discutiendo como si fueran adolescentes desquiciadas.
Hizo una pausa y agregó:
-Estoy muy preocupada, ya que pronto se va a realizar la reunión de las familias y temo que alguna integrante del Clan pueda percibir con sus dones la poca armonía que existe en nuestro hogar.
Con fastidio Ámbar intentó interrumpir a su abuela, sin embargo la anciana la obligó a callar.
-Hablo en serio Ámbar. Esto nos puede costar muy caro. Este año tengo pensado postularme y reemplazar a Zafiro Pedra al frente del Clan. No voy a permitir que las peleas con tu hermana arruinen mi proyecto.
En ese momento Topacio ingresó a la cocina. Tenía la cara pálida y la mirada llorosa. En silencio se sentó cerca de su abuela. Esta le acarició el cabello y le dijo en voz baja:
-Supongo que algo has escuchado…
Topacio asintió y permaneció callada. Sus manos aferraban con rigidez una taza de té.
-Necesito que se comprometan a entablar una relación más cordial. Esta es la última vez que hablo sobre este tema.
Las hermanas se miraron y trataron de simular una promesa que sabían de antemano les iba a ser muy difícil de cumplir.




Ágata y Esmeralda habían salido de compras por el centro de la ciudad. Ambas cargaban una cantidad enorme de bolsas que las hacía chocar entre sí. Se las veía muy divertidas. La anciana disfrutaba muchísimo de la compañía de su nieta menor. Esmeralda era una nena preciosa. Sus dones estaban muy marcados y como era tan pequeña debían evitar que los hiciera tan evidentes.
Las personas cuando estaban cerca de ella no podían dejar de experimentar una felicidad
y una sensación infinita de bienestar.
Recordaba muy bien el día de su nacimiento. La niña había llegado al mundo en el momento preciso en que su piedra de origen empezaba el nuevo ciclo. Lo mismo había ocurrido con Rubí. Este hecho no solía suceder a menudo. Por esa razón su familia estaba tan bien posicionada dentro del Clan. Tenían un status que las distinguía y las halagaba. Al mismo tiempo eran apreciadas por la humildad que poseían.
Su conducta era intachable y derrochaban integridad. Sin embargo nada de esto había resultado fácil. Muchas veces estuvieron a punto de claudicar, pero siempre alguna de ellas había podido revertir la situación.
Ágata podía dar fe de ello. Había estado muy cerca de cometer un error que aún hoy estaría pagando. La voz de Esmeralda la sobresaltó.
-Abuela, allá vienen mamá y la tía Ami.
Ágata entornó la mirada y pudo ver a sus hijas que cruzaban la esquina. Algo en el semblante de Amatista la llenó de inquietud. Marina la llevaba del hombro y la protegía con sumo cuidado.
Las mujeres se acercaron a su madre y después de saludarla, Marina dijo:
-Tenemos que hablar.
Ágata no necesito escuchar una palabra más. En un instante había logrado atrapar la mirada de su hija menor. Sintió un escalofrío y con ternura le acarició la mejilla a Ami.
-No te preocupes hija. Todo va a estar bien…
Amatista suspiró aliviada.
Su madre ya había descubierto su secreto.

4 comentarios:

MIMOSA dijo...

¡¡¡Soy la prime!!¡¡Soy la prime!!! ¡¡¡Fiesta!!!
¡Hija es que nunca me toca ser la primera!
Veamos, lo de las dos hermanas he de seguirlo a pie juntilla, pues últimamente yo con la mía lo llevo fatal, la arrogancia la está consumiendo y no quiere darse cuenta de ello y me está poniendo muy complicado el acercamiento, cada día encuentro más distancia entre nosotras y mi madre nos da unas charlitas de estas de vez en cuando, pero creo fundirme en una de esas miradas que aquí describes.
Sigo en la brecha!
Besos Bee. Aquí me tienes, pegado a tus capítulos!!!

Bee Borjas dijo...

MIMOSA:
Es comnovedor todo lo que me cuentas. En otros comments también pude descubrir identificaciones con determinadas situaciones.
Si ustedes supieran lo gratificante que eso es para mí!!!
Me infunden buena energía para continuar con la historia.
Besos mimosientos, amiga linda!

la MaLquEridA dijo...

Te sigo leyendo Bee.


Besos

Bee Borjas dijo...

LA MALQUERIDA:
Gracias Flor querida! Yo sé que vienes por aquí!
Un abrazo!