29 septiembre, 2011

Capítulo 56 "Medidas extremas"

El clima dentro del salón principal estaba cada vez más denso. A medida que las damas iban exponiendo sus opiniones, los gestos y las miradas tanto de aprobación como de desacuerdo variaban según las íntimas convicciones de cada una de aquellas mujeres. Las demandas y las nuevas propuestas se enfrentaban entre dos posturas bien delineadas. De un lado estaban las damas más ortodoxas y del otro las damas más progresistas. De manera inevitable la votación iba a ser el mejor recurso para dirimir tantos conflictos de intereses.
La última exposición fue hecha por la representante del clan Stein. Una vez finalizado su discurso, Zafiro supo que aquel era su momento. Agradeció con cortesía el esfuerzo que habían hecho todas las damas al viajar hasta Valdivia y por haberse comprometido con las necesidades del Clan a través de las propuestas que habían elaborado.
El silencio fue generalizado. Todas estaban muy nerviosas y con la incertidumbre previa a la primera votación. Sin embargo Zafiro les estaba deparando una sorpresa totalmente inesperada.
-Queridas Señoras, antes de proceder a las primeras votaciones me veo en la obligación de anunciarles, con el derecho que mi cargo me concede, una decisión que no está sujeta a ninguna votación.
La incertidumbre era cada vez más grande. Unas a otras cruzaban miradas de desconcierto y de inevitable curiosidad. Zafiro haciendo caso omiso a la agitación que se podía palpar en el ambiente continuó con su voz serena y firme.
-Después de evaluar concientemente los acontecimientos políticos de cada uno de los países que representan y de las nocivas implicancias que ellos tendrían en el ámbito mundial, me vi obligada a recurrir a la sabiduría del Libro Sagrado. Estudié una a una las diferentes posibilidades y sólo pude encontrar un camino que nos garantice una esperanza real y efectiva. Si bien mis ideas están bastante alejadas de los principios arcaicos y aunque brego por la modernización de muchas reglas de nuestra familia, en esta ocasión creo desde lo más profundo de mi corazón que esta decisión que he tomado es la más acertada.
Zafiro hizo un breve silencio y sorbió un poco de agua. Después de aclararse la garganta hizo una pausa y miró con pesar a Ágata Roccia. Ágata le sostuvo la mirada con dignidad y obligó a Zafiro a bajar la suya con infinita tristeza.
-Quiero comunicarles que a partir de este momento y con el único fin de revitalizar el poder de nuestro amado Clan, ordeno la concepción forzada de dos de nuestras damas más jóvenes.
Las exclamaciones se sucedieron una tras otra sin solución de continuidad. Zafiro continuó imperturbable.
-Dichas jóvenes son niñas con nacimientos de origen primario y ya están aptas para la concepción.
El murmullo se iba incrementando y las damas se revolvían en sus sillas sin dar crédito a lo que estaban escuchando.
-Silencio por favor. –ordenó Zafiro con autoridad.
Las mujeres volvieron a callar y esperaban con incertidumbre los nombres de las elegidas.
-Las fechas de sus respectivos nacimientos fueron la clave para terminar de tomar esta decisión. Las familias de las jóvenes involucradas tendrán un mes a partir de la finalización de esta reunión, para acordar los pasos a seguir con las autoridades que vayan a estar al frente de nuestro Clan. Si soy nuevamente elegida, será conmigo con quien tendrán que organizar los preparativos correspondientes, de lo contrario la nueva Jefa de Clan se hará cargo de la situación.
Todas las miradas estaban puestas en le rostro de Zafiro Pedra. El anuncio era inminente.
-No voy a dilatar más esta situación. La primera elegida nació el 20 de Mayo de 1991... Ámbar Pierre.
Ópalo acusó el golpe sin poder evitarlo. Se quedó perpleja y sin palabras. Muchos de sus planes se estaban desmoronando en ese preciso momento.
-La segunda elegida nació el 21 de Marzo de 1992… -hizo una breve pausa y agregó con un hilo de voz- Rubí Roccia.
Ágata bajó la cabeza resignada. Nada había podido hacer para tratar de cambiar el parecer de Zafiro Pedra. Marina que estaba sentada a su lado se aferró a su brazo con desesperación. Alina Gestein la abrazó con delicadeza y trató de consolarla. Todo fue en vano. Marina con los ojos bañados en lágrimas, se levantó horrorizada y dejó caer la silla que
se estrelló estrepitosamente contra el suelo.
-¡Nunca hubiese esperado esto, Zafiro! –exclamó indignada- Yo confiaba…
Marina no pudo terminar la frase. Salió corriendo del gran salón mientras Alina la seguía unos pasos por detrás.
La dama portuguesa estaba consternada, sin embargo aún era la Jefa Suprema del Clan y no podía permitirse el lujo de flaquear frente al resto de las familias.
-Lamento mucho todo esto. Considero que lo mejor para todas es hacer un breve receso y volver a reunirnos en un par de horas para comenzar con las votaciones que están pendientes. Pueden retirarse.
Las damas comenzaron a abandonar el salón en completo silencio. Ópalo salió escoltada por Rosa Pietra que no acertaba a emitir ninguna palabra. Finalmente Ágata Roccia cruzó el umbral de la puerta principal sin mirar a Zafiro Pedra.
Muchas alianzas iban a empezar a tambalear a partir de ese preciso momento…



Rubí y Cid se habían reunido para almorzar junto al mar. El parador que los había cobijado desde su primer encuentro se había convertido en su sitio preferido. La idea había sido de Rubí que aprovechando las bondades del clima, organizó un pequeño picnic en la playa. Jade se había encargado de ayudarla con la preparación del almuerzo. Cid estaba muy entusiasmado. Desde que había conocido a Rubí, sus intereses se habían desatado y estaba abierto a cualquier proposición que la chica le hiciera. Ahora mismo la miraba divertido y sonreía con absoluta felicidad.
Mientras él se ocupaba de abrir las gaseosas, Rubí acomodaba los platos sobre unos antiguos manteles de esterilla que Ágata cuidaba como si fueran piezas de oro. Eran muy bonitos y tenían un trabajo artesanal fuera de lo común. Finalmente sacó unos sándwiches y unos bocados que habían sido preparados por Amatista.
Rubí estaba hermosa. Llevaba un vestido de lino floreado que su tía le había prestado y tenía el cabello recogido con una hebilla de madera de manera sutilmente informal. Sus rulos cobrizos brillaban al sol y sus ojos parecían dos llamaradas doradas.
-¡No me mires de esa forma! –exclamó ruborizada- Me muero de vergüenza… ¡Cid!
El muchacho no podía dejar de sonreír. Era maravilloso para su ego poder vulnerar a esa bella criatura con tan sólo mirarla.
Tenía que terminar aceptando un pensamiento que su madre siempre repetía: “El amor nos hace sentir poderosos”. Es tener la absoluta certeza que cuando ella se va su corazón se pierde tras sus pasos. Es saber que su sola cercanía logra poner en ebullición la sangre que corre por sus venas.
Rubí se sentó frente a Cid, cruzó las piernas de manera exagerada y comenzó a observarlo de manera minuciosa. Lo hizo de un modo tan obvio que el muchacho lanzó una estruendosa carcajada.
-¿Esa es tu forma de vengarte? ¿Mirarme como si fuera una rata de laboratorio?
Ella no pudo reprimir una amplia sonrisa. No podía creer cuanto amaba a ese hombre. Adoraba su cuerpo largo y sus manos finas con dedos como de pianista. Estaba relajado sobre una de las reposeras y su cabello totalmente despeinado por la brisa marina lo hacía parecer un adolescente. Tenía puestas sus gafas de sol, pero ella adivinaba que tras los cristales oscuros se escondían aquellos bellos ojos que la deslumbraron desde el principio. Sus rasgos eran una mezcla perfecta de los rasgos alemanes de su padre y la inquietud típica que provoca la etnia árabe de su madre.
-Un cóctel mortal… -murmuró Rubí impulsada por el deseo.
-¿Cómo? –preguntó el joven desorientado.
Ella rió a carcajadas. Le alcanzó una de las gaseosas y volvió a sentarse frente a él. Necesitaba preguntarle algunas cosas y para eso era imprescindible permanecer a una cierta distancia. Si se acercaba demasiado sabía que no podría contener el impulso de arrojársele encima.
-Cid ¿Tu hermano va a venir a cenar con nosotros?
El muchacho titubeó unos segundos y respondió de manera evasiva.
-No prinzessin… Ben acaba de viajar para Apóstoles hace apenas unas horas. Me pidió que lo disculparan por no despedirse, pero salió muy temprano por la mañana.
-¿Pero no iba a quedarse unos días más? –insistió la chica contrariada.
-Si. Pero… -Cid no quería ocultarle nada a Rubí, entonces agregó- Anoche sucedió algo que no estaba en sus planes…
-Si es por eso, en mi casa también sucedieron cosas increíbles de creer.
La súbita confesión la mortificó de inmediato. Se golpeó la cabeza con la mano y frunció los labios con rabia.
-Rubí, no me preocupes. Cuando nos fuimos tu tía no se sentía muy bien.
La chica suspiró resignada y decidió que él no debía desconocer lo que estaba pasando.
-No sé como decirte esto Cid… Parece que Amatista cuando vio a Ben sintió algo especial.
Cid palideció de inmediato.
-¿Amatista tuvo alguna visión? ¿Ben está en problemas?
Rubí no podía creer lo que estaba escuchando. “Oh Dios, -pensó con emoción -que pronto Cid se está acostumbrando a los dones de la familia”.
-No, Cid. Amatista no tuvo ninguna visión especial. Lo que sintió mi tía no tiene nada que ver con nuestros talentos. Todo lo contrario…
-¿Entonces?
-Parece que tu hermano la deslumbró de tal forma que no para de llorar y de pedir disculpas.
Ahora era Cid el que estaba desconcertado. Era imposible. Benjamín había huido a Misiones porque no podía dejar de pensar en Amatista. Miró a Rubí y sin prolegómenos le relató el motivo del repentino viaje de su hermano.
Después de un rato en silencio, ambos comenzaron a reír como dos personas desquiciadas.
-¡Esto es demasiado! –exclamó la chica con un dejo de ironía. –Ágata nos va a querer exiliar a todas…
-Es “ese no se qué” que tiene las mujeres Roccia… -dijo con picardía Cid.
-Muy gracioso Cid, muy gracioso.
Solamente faltaban dos días para que Ágata y Marina regresaran de Valdivia. Rubí no quería imaginar las cosas que estaban por suceder en su familia. El llamado de su abuela no era una buena señal y ahora esto de Amatista complicaba aún más la situación. Miró a Cid a los ojos. El le devolvió la mirada llena de amor. Allí estaba la clave de todo. No importaba lo que pudiese llegar a suceder. Ella era capaz de todo por él, no importaba lo que tuviese que enfrentar.
Sencillamente sin su presencia, nada tenía sentido…



Marina Roccia


2 comentarios:

la MaLquEridA dijo...

Vaya que va a tener que luchar Rubí por el amor de Cid porque hay otros planes para ella.


Besos Bee.

MIMOSA dijo...

¡Toma ya! ¡Acabas de hacer estallar la bomba! ¡A Marina le acaba de dar un síncope!
La estás liando............la estás liando................!!!!!