25 septiembre, 2011

Capítulo 53 "Complicaciones"

Faltaban unas pocas horas para comenzar una nueva jornada en Valdivia y apenas unas cuantas damas se habían presentado en el salón comedor para tomar el desayuno. Era un día radiante de sol y el cielo estaba completamente despejado.
Ni una sola nube manchaba aquel enorme y bello tapiz color azul mar. El colorido de las flores era espléndido y el perfume de las mismas inundaba toda la estancia.
Rosa y Alejandrita Pietra habían elegido una de las mesas que tenía como vista un imponente cordón montañoso que se extendía a lo largo de la costa oeste. Ópalo Pierre se les unió unos minutos después.
-Buenas días, Ópalo. Espero que hayas tenido una buena noche. –dijo Rosa con una sonrisa cómplice.
-He descansado perfectamente, Rosa. Buenos días Alejandrita.
-Buenos días Ópalo. –respondió ruborizada.
Lentamente fueron ingresando el resto de las damas del Clan. Sin embargo Zafiro Pedra, Ágata Roccia y Alina Gestein aún
no había hecho acto de presencia. Marina Roccia estaba sentada junto a Cuarzo y Citrino Gestein y hablaban de manera amena y no demostraban sentir ninguna preocupación por lo que podría llegar a suceder en la sesión de hoy.
Coral y Jaspe Pedra entraron al salón en compañía de Celestina Rocher. Saludaron con cortesía y se ubicaron cerca de Azabache Felsen que compartía la mesa con la jefa del clan Stein.
Eran las 8.30 de la mañana cuando hicieron su aparición las tres mujeres que desvelaban tanto a Rosa Pietra como a Ópalo Pierre. Zafiro ingresó al comedor del brazo de Alina. Ágata las seguía de cerca pero un paso más atrás. Algo extraño en el rostro de Ágata hizo poner en guardia a la jefa del clan italiano. Rosa conocía muy bien a aquella mujer. Estaba muy ojerosa
y los labios dibujaban una perfecta línea recta. Tenía los músculos tensos y caminaba demasiado erguida. Sin duda intentaba proyectar una imagen de control que poco tenía que ver con su verdadero estado de ánimo.
Esta vez las mujeres no se sentaron en la mesa principal. Eligieron un lugar más reservado que estaba ubicado en el sector opuesto al que habían escogido Rosa y Ópalo. Hablaban en voz muy baja y no intercambiaban comentarios con el resto de las damas. Rosa se acercó a Ópalo y dijo con tono triunfal:
-Creo que los acontecimientos van a desencadenarse más rápido de lo que nosotras pensamos. El gesto de Ágata es
inequívoco. Está muy preocupada y no lo puede disimular.
-Eso espero querida Rosa. Ya es hora de que el Clan vuelva a recuperar el prestigio que hemos estado perdiendo.
Marina Roccia buscó la mirada de su madre con avidez. Ágata no había ido al dormitorio en toda la noche y eso la tenía muy preocupada. Algo muy importante estaba a punto de suceder y su madre ni siquiera se había acercado a saludarla. Insistió con la mirada hasta que por fin encontró los ojos de su madre que la observaron un breve instante. Lo que vió en ellos terminó de confirmarle lo crucial de la situación.
Por primera vez en su vida, Marina Roccia pudo percibir en las pupilas de su madre un palpable sentimiento de temor.



El viaje la había dejado agotada. De casualidad había podido cambiar su pasaje para regresar en el ómnibus de la noche.
Estaba molesta y contrariada. Nada había resultado como lo había imaginado. Eran casi las 9 de la mañana cuando llegó a la puerta de su casa en San Martín de Los Andes. El día estaba ventoso y gris, ideal para dormir todo lo que no había podido descansar en ese viaje espantoso. Su abuela estaba en la reunión del Clan y Topacio ya había salido rumbo al negocio de dulces artesanales. Necesitaba relajarse y disfrutar de la paz que la casa vacía le estaba ofreciendo. Arrojó la maleta en un rincón de su cuarto y decidió ir a tomar un baño caliente. Mientras preparaba la bañera, fue hasta la cocina y se sirvió un poco del café que su hermana había preparado antes de irse a trabajar.
Mientras mordisqueaba unas galletas de vainilla, descubrió una pequeña nota que estaba sujeta con un imán en la puerta de la heladera. Estaba resaltada con un marcador fluorescente y llamó su atención de inmediato.
“URGENTE. Llamar a Rosa Pietra. Arreglar viaje de A para Italia lo antes posible.”
¡Vieja ladina! –maldijo Ámbar arrancando con furia el pequeño papel de la heladera- ¡Si piensa que voy a soportar a las pacatas italianas, está muy equivocada!
Un sentimiento de profunda cólera le invadió el cuerpo de manera instantánea. Estaba tan enfurecida que empezó a caminar por toda la casa como si fuera una fiera enjaulada. Miles de ideas se le cruzaban por la mente, pero estaba tan alterada que ninguna le resultaba lo suficientemente adecuada. Era necesario volver a recobrar el control. Topacio debía conocer los planes que su abuela había pergeñado en su ausencia. No estaba de ánimo para ir a buscarla ahora mismo al local. Sin duda el momento ideal se iba a producir cuando su hermana regresara a la casa. Recurriría a lo que fuese necesario para que Topacio le contara la verdad. Y no iba a existir la más mínima posibilidad de compasión.


Cid había dormido a los sobresaltos. De alguna manera la parte final de la conversación que había tenido con Rubí le había dejado un sabor amargo en la boca. Hasta ese momento él no había llegado a imaginar el alcance negativo que la relación que ambos mantenían podría llegar a tener en la vida de la chica. Muchas cosas que aún desconocía lo empezaban a preocupar y temía no poder ser de gran ayuda. Sencillamente porque él era un hombre común que no tenía más méritos que haber sido educado con absoluta normalidad. Pertenecía a las miles de millones de personas que hasta ese momento desconocía la existencia de mujeres tan especiales como la familia de Rubí.
Nunca le había prestado demasiada atención a los temas relativos a la espiritualidad y a los fenómenos paranormales. Si bien desde la muerte de su madre su inclinación por la teoría del más allá le ayudó a encontrar alguna clase de consuelo, esto que estaba ocurriendo con, la historia de la familia Roccia era muy diferente. Sin duda el amor que sentía por esa mujer había colaborado para que su mente no rechazara la veracidad de semejante descubrimiento. Mujeres elegidas a través de los siglos que tienen la capacidad de colaborar con sus dones con el equilibrio emocional del mundo. Mujeres consagradas a velar por la paz de la Humanidad. Damas comprometidas a fomentar la solidaridad y erradicar la violencia entre los hombres. Seres condenados a vivir en soledad y alejadas de cualquier sentimiento de amor carnal. El hombre como mero vehículo para la concepción
Después de ducharse decidió bajar para tomar el desayuno. Había quedado con Ben en encontrarse en el comedor principal. Allí mismo encontró a su hermano sentado en una de las mesas que daba a uno de los jardines laterales del hotel.
Desde lejos pudo ver que Ben tenía los ojos hinchados, señal inequívoca de que él también había tenido una mala noche.
-¡Qué carita! –dijo en tono de broma.
Ben le sonrió con ironía y aceptó sin protestar el comentario de su hermano.
-No dormí muy bien.
-¿Acaso te trataron tan mal en la casa de mi novia? –preguntó Cid sin dejar de sonreír.
La expresión del muchacho cambió de manera rotunda. Adoptó una posición seria y defensiva.
-Yo no dije eso. –murmuró entre dientes.
Cid sorprendido por el repentino cambio de actitud, replicó:
-¡Es sólo una broma! –y agregó curioso- ¿Te pasa algo?
Ben evitó la mirada de su hermano. Tomó un sorbo de café y permaneció en silencio tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicar lo que sabía de antemano no tenía ninguna clase de lógica.
-Cid, tengo que decirte algo.
El muchacho lo miró y esperó en silencio a que su hermano se animara a hablar. Lo conocía demasiado y si lo presionaba, sabía que no tendría la menor posibilidad de enterarse de nada.
-Anoche cuando fuimos a la casa de Rubí…
-¿Si?
-Me siento un idiota. –protestó con furia.
-Ben, no entiendo nada. Vamos, no me preocupes.
Benjamín respiró profundamente y confesó con un hilo de voz:
-No puedo dejar de pensar en Amatista. Desde que la vi estoy hecho un idiota. Te juro que no entiendo, pero esa mujer
desde que me miró me robó la calma.
Cid se quedó con la boca abierta. Esperaba que su hermano le comentara cualquier cosa, pero nunca imaginó que se tratara de algo como aquello. Tratando de decir algo coherente, preguntó de manera poco convincente:
-¿Pero no estabas saliendo con alguien de Posadas?
Ben lo miró con angustia y dijo:
-Eso es lo que te estoy tratando de explicar. Hace tres meses que salgo con esa chica y sin embargo necesité solamente una mirada de Amatista para darme cuenta que… Soy un imbècil.
Cid no podía dar crédito a lo que estaba escuchando. La familia Roccia estaba haciendo estragos en la familia Finke.
-Ya sé –agregó Ben con amargura- A ella no tiene porque sucederle lo mismo…
“Eso es lo de menos.” –pensó Cid con desolación- “Si supieras que la mujer que te robó la calma pertenece a uno de los clanes más antiguos del mundo, posee dones sobrenaturales, está embarazada y además tiene prohibido de manera terminante amar a un hombre…”



Ben Finke





3 comentarios:

la MaLquEridA dijo...

La historia de Ben con Amatista parece ponerse más interesante que la de Rubí y Cid.


Besos amiga.

Bee Borjas dijo...

Hola Flor!
Vengo siguiendo tus comentarios y me encanta conocer tus opiniones! Ni dudes que las relaciones van a provocar más de un inconveniente! Parece que la familia Roccia ha hechizado a los Finke! :D
Beso grande, amiga!

MIMOSA dijo...

¡Cómo debe de leerse la tensión en ese comedor! ¡Por Dios!
¿Y la Topacio es totorota? ¿Cómo deja la nota a la vista para que la bruja la lea? Ella sabía perfectamente que su hermana venía de vuelta, así que lo habrá hecho por una razón (la cual seguro te guardas, je,je,je)
¡Ay hija! ¡Yo quiero tener la misma fuerza que tienen las mujeres de la familia Roccia en la mirada, para dejar que los hombres sucumban a mis pies!
¡Guapísimo el Ben también! ¡Otro moreno! ¡Lentamente me estás matando!
Besos.