22 septiembre, 2011

Capítulo 51 "El descubrimiento de Amatista"

Cid y Ben caminaban por el centro de Cariló. Después de compartir una abundante cena se dirigían a la casa de Rubí. Tal como su hermano se lo había prometido, Ben estaba a punto de conocer a la mujer que le desvelaba el corazón.
A pesar de comprobar que Cid se encontraba mejor que nunca, algo extraño seguía rondándole la mente. Se le estaba escapando algún detalle que no acababa de descubrir. No quería desconfiar de su hermano pero sin duda, conocer en persona a Rubí le aclararía mucho la duda que lo estaba persiguiendo desde hacía unos cuantos días.
El cielo azul oscuro estaba plagado de estrellas y la luna resplandecía más radiante que de costumbre. El olor del agua de mar se le colaba por la nariz y le provocaba una sensación de agradable bienestar. Hacía mucho tiempo que no se sentía tan relajado. Además el compartir ese momento de serenidad con su hermano menor lo llenaba de satisfacción.
Cid fue su fiel compañero desde el mismo momento de su nacimiento. A pesar que se llevaban unos cuantos años, los unía un sentimiento muy especial que se había intensificado después de la muerte de su madre. Sin duda Callan era la consentida de la familia, pero Cid y él formaban un bloque muy difícil de derribar. Si bien su hermano era más cerebral que él, el amor que este estaba experimentando con esta mujer lo había transformado en un ser más vulnerable y casi desconocido. Ben no podía recordar la última vez que había visto a Cid tan distendido y riendo sin motivo aparente.
Después de salir de la calle principal, dieron una vuelta por un boulevard y empezaron a recorrer la ruta que llevaba a la casa de Rubí. El tamaño de los árboles era impresionante y el perfume a vegetación fresca les deleitaba los sentidos. Era una hermosa noche otoñal y una suave ventisca los acompañaba a lo largo del camino.
Finalmente llegaron hasta el sendero de laja de la familia Roccia. Ben miró asombrado la arquitectura del lugar. La casa era muy bonita y estaba rodeada por un jardín cubierto de flores de distintas clases y colores.
Cid miró a su hermano y le dijo:
-Estás muy callado.
Ben sonrió con picardía y respondió con humor:
-Estoy nervioso. No termino de acostumbrarme a mi nuevo rol de cuñado de la novia.
Cid lanzó una carcajada y le palmeó el hombro animándolo a caminar por el sendero que los llevaba hasta la casa.
No fue necesario llamar a la puerta, en el umbral de la misma, Rubí los esperaba con una espléndida sonrisa en los labios. Íntimamente Ben no pudo dejar de admitir que su hermano tenía muy buen gusto. Rubí era mujer preciosa. El cabello caía como una cascada de rizos color bronce y sus ojos parecían dos llamaradas que si se lo proponían, podían llegar a derretir
al iceberg que había hundido al Titanic. Cid se acercó hasta la joven y le besó los labios con infinita dulzura. Sin mediar ninguna clase de rodeos hizo la presentación correspondiente. Rubí volvió a fulminarlo a Ben con la mirada y lo saludó con una sonrisa cordial.
-Hola Ben.
-¡Por fin nos conocemos, Rubí! –dijo el muchacho con admiración. –Es un verdadero placer.
-Lo mismo digo. –y ubicándose en medio de los dos y tomándolos de los brazos agregó- Entren, quiero que conozcas a parte de mi familia.
Ben gratamente sorprendido, dejó que Rubí lo guiara sin interponer ninguna resistencia. Esa chica le caía muy bien y por ese motivo empezó a sentir una punzada de culpa. Y pensar que él había viajado desde Apóstoles porque imaginaba que algo extraño estaba pasando. ¡Qué ridiculez!
El living era muy espacioso. Se respiraba un ambiente muy agradable en aquel lugar. Junto al televisor. que se encontraba encendido, estaba recostada una niña de alrededor de 10 años. Lo miró una sola vez con natural simpatía y volvió a dirigir su atención al programa de televisión que la tenía absorta. Sus pupilas eran de un color verde profundo que le quitaban el aliento a quien las observara. Ben pensó que en esa familia, las miradas simplemente mataban al espectador. Una chica muy
parecida a Rubí, apenas unos años mayor se acercó y lo saludó con amabilidad.
-¡Hola! Yo soy Jade. –y agregó mirando a Cid con humor- Tu hermano es más lindo, Cid.
Todos rieron ante semejante ejemplo de desinhibida declaración.
-Gracias Jade. –alcanzó a responder Ben algo ruborizado.
En ese momento Amatista entró al lugar. Tenía el cabello sujeto en una cola de caballo y llevaba un vestido de lino color blanco. Parecía una joven mujer salida de cualquier revista de moda informal. Estaba descalza y llevaba las sandalias en la mano. Estaba sorprendida. No sabía que Cid iba a venir acompañado y se puso muy nerviosa al ver a Ben sentado en uno
de los sillones del living. Con torpeza intentó calzarse las sandalias y se llevó las manos al cabello tratando de ajustarse la hebilla.
Ben sintió una especie de golpe seco en medio del estómago. No alcanzaba a comprender a que se debía aquel repentino malestar, lo único que sí sabía era que no podía apartar su mirada de la imagen de Amatista. Estaba como hipnotizado. Ella se fue acercando y con timidez le dijo algo que no alcanzó a comprender. Los oídos le zumbaban y el corazón le latía a una frecuencia muy superior a lo normal. Se maldijo en silencio e intentó decir algo que no lo dejara tan en ridículo. Se levantó del sillón con demasiado entusiasmo y le tendió la mano a la joven mujer.
-Encantado de conocerte.-murmuró de manera entrecortada.
-Igualmente. –Amatista bajó la vista y miró a Rubí de manera suplicante.
Rubí sin comprender exactamente lo que estaba ocurriendo, dijo en voz alta:
-Tía ¿vamos a buscar algo para tomar?
-¡Claro! Ya volvemos. –dijo Amatista y salió corriendo hacia la cocina.
Mientras Cid y Ben se quedaban en el living con Jade y Esmeralda, Rubí entró a la cocina a ayudar a su tía. Amatista trataba de servir gaseosa en unas copas que había sacado de la alacena, pero las manos le temblaban de tal forma que Rubí pensó que iba a volcar todo el líquido sobre la mesada de la cocina. Se acercó hasta donde estaba su tía y con suavidad le quitó la botella de las manos.
-¿Estás bien?
Amatista miró a su sobrina y no supo que contestarle. Estaba tan consternada que apenas podía emitir sonido alguno.
Se sentó lentamente e intentó respirar con profundidad. Rubí preocupada le preguntó:
-¿Llamamos a la doctora?
-¡No! –gritó la mujer de manera suplicante- Estoy bien, sólo es un malestar pasajero.
-¿Estás segura, tía? ¡Estás temblando como una hoja!
-Ya me siento mejor, Rubí. No te preocupes. No quisiera ser descortés. Te pido que sirvas las bebidas. Yo te alcanzo enseguida.
Rubí la miró extrañada y le dijo que si volvía a sentirse mal, ella no iba a dudar en llamar a la doctora. Le dio un beso en la mejilla y se dirigió al living cargando la bandeja con las bebidas.
Amatista no podía dejar de sudar. Y lo peor de todo era que ese sensación de ahogo no tenía nada que ver con los malestares típicos de su embarazo. Se sentía tan frágil como un cristal a punto de romperse. Esto no podía estar sucediéndole. Pero a pesar de aferrarse a su más ferviente sentido de negación, había algo que no podía dejar de reconocer.
Benjamín Finke le había afectado cada uno de sus sentidos de una manera absolutamente irracional.


Ya eran las 12.30 de la noche y hacía más de media hora que las damas se habían retirado a sus respectivos dormitorios.
A pesar de todos los conflictos subyacentes, la cena había transcurrido por los carriles normales. La jornada siguiente debía empezar temprano en la mañana y la mayoría de las mujeres querían descansar la mayor cantidad de tiempo posible.
La finca estaba casi a oscuras. Mientras un par de damas jóvenes terminaban de acomodar el salón principal, la actividad en el escritorio de Zafiro estaba a punto de comenzar. Tal como habían pactado Zafiro, Alina y Ágata se reunieron en el más absoluto de los secretos.
Alina y Ágata estaban sentadas frente al escritorio de Zafiro, que permanecía en silencio junto a la ventana que daba a uno de los jardines laterales. La dama portuguesa permanecía en silencio y sus ojos miraban con obstinación el cielo cubierto de estrellas. Los nervios le impedían comenzar con aquella reunión que ella misma había planeado. Finalmente suspiró una vez más y se sentó frente a las dos mujeres que la observaban con preocupación.
-Es muy difícil para mí empezar esta conversación. –dijo en voz muy baja- Voy a informarles ciertas cosas que van a cambiar el destino de algunas personas y no puedo dejar de prevenirlas a ninguna de las dos.
Alina y Ágata intercambiaron una mirada de verdadero desconcierto y permanecieron en silencio.
-Como ya les he comentado y como consecuencia de los últimos acontecimientos, me vi obligada a recurrir a la sabiduría del Libro Sagrado. Ambas saben que si no me hubiese encontrado frente a un verdadero dilema, nunca hubiese pensado en utilizar las medidas extremas que encierran nuestras sagradas escrituras.
El tono de voz de Zafiro se tornaba cada vez más sombrío. Sus manos descansaban inmóviles sobre el antiguo escritorio.
-Una de las cosas que debo informarles es que en caso de que el pedido de dimisión que Rosa Pietra y Ópalo Pierre se imponga en el resto de las damas, voy a acceder a dicha solicitud.
-Pero Zafiro… -intentó interrumpir sin éxito Alina.
-Un momento, Alina. Quiero terminar de explicarles todos los temas. Luego discutiremos sobre las posibles modificaciones.
Alina Gestein obedeció el pedido de Zafiro y volvió a escuchar con atención a la jefa del Clan.
-Una de las propuestas que voy a exponer va a ser la candidatura de Alina para la jefatura del Clan. Me gustaría saber tu opinión Ágata.
Alina no pudo contener un grito de asombro. Estaba sorprendida y contrariada. Ella nunca había pretendido tener una posición oficial en el Clan y además creía con verdadero fervor en la capacidad de Zafiro para guiar los destinos de las damas. Ágata pensó durante unos minutos y con voz calma dijo:
-Creo que Alina es una excelente opción. Nadie mejor que ella para ocupar tu lugar.
Alina volvió a saltar en su silla. No esperaba que Ágata apoyase semejante desatino. Intentó volver a protestar pero esta vez fue Ágata quien que la hizo callar.
-Alina, por favor. Estamos frente a una situación muy especial. Confío plenamente en tus virtudes y en especial en tu fidelidad para con el bienestar de todas las damas. Las tres tenemos la certeza que si la jefatura del Clan cayera en manos de Rosa Pietra o de Ópalo Pierre todos los esfuerzos por actualizar los preceptos arcaicos, que tanto daño nos han hecho,caerían en saco roto. Tu amplitud de criterio y en especial tu desinteresado corazón traería un soplo de aire fresco a esta gran familia.
Las sentidas palabras de Ágata llegaron al corazón de Alina que apenas podía pronunciar palabra alguna. Con los ojos cubiertos de lágrimas, solamente alcanzó a decir:
-Les agradezco a las dos su voto de confianza.
Zafiro le sonrió con infinita dulzura, pero de inmediato su rostro volvió a recuperar la seriedad que tanto preocupaba a Alina y a Ágata.
-Con respecto a las escrituras sagradas –hizo una breve pausa y continuó- una de las formas de revitalizar los poderes del Clan es recurriendo a la concepción compulsiva.
Las dos mujeres la miraron con incredulidad. Esa era una de las medidas más extremas y menos digna de una mente tan progresista como la de Zafiro.
-Se muy bien lo que están pensando. Pero intenté encontrar otra solución y no pude hallarla. Además y aunque parezca una paradoja, hacía más de 15 años que no teníamos a dos damas de origen primario en situación de concebir. Revisando los últimos informes que las familias me han enviado, hay dos jovencitas que están en situación de enfrentar este desafío.
Alina se quedó mirando a Zafiro con la boca abierta. En cambio Ágata Roccia sintió que el mundo se desmoronaba a sus pies. Hasta ese momento no había caído en la cuenta. Sin embargo ahora podía ver todo con claridad.
Y todo lo que veía en el futuro más cercano era dolor. Demasiado dolor.




Amatista Roccia





2 comentarios:

MIMOSA dijo...

Lo de Ben me mosquea.............tengo varias teorías.........pero me quedaré con dos opciones.......1) ha habido un verdadero flechazo en cuanto se han visto....2) ¿Es el padre de la criatura????
La verdad es que mi mente tira más por la segunda de las suposiciones,......pero tendré que esperar, y aunque vas adelantada, te doy la palabra de honor que voy leyendo por orden...es que si no, no tendría gracias la historia, ja,ja,ja,ja.

Veamos que sucede en el Clan y si ambas jovencitas están dispuestas a entrar por el aro.........yo diría que ninguna de las dos!!!

Besos tesoro!!

Bee Borjas dijo...

Se vienen momentos complicados, Mimicha!!! Todos van a estar bastante fuera de foco!!!
Besazos, amiga!!!