13 septiembre, 2011

Capítulo 45

El encuentro con las hermanas Roccia le había dejado un sabor amargo a Ámbar Pierre. Decididamente las cosas no habían salido como ella esperaba. Largo había sido el camino para obtener un resultado tan pobre. Y para colmo de males su instinto le decía que algo extraño sucedía con la infeliz de Rubí. A pesar de verse preocupada, un halo especial le rodeaba la cara. Lucía diferente, hasta parecía radiante. ¡Y llevaba puesta una falda! Esa sí era una novedad.
Sin pensarlo demasiado y con resolución se dirigió hacia la casa de la familia Roccia. Caminó un rato por el centro de la ciudad y luego tomó la calle que la llevaba hasta el chalet que se alzaba cerca del bosque. El día era fantástico y el sol de la tarde iluminaba la espléndida arboleda. A lo lejos las olas del mar rugían embravecidas.
Subió por el sendero de lajas desiguales y con un gesto vehemente hizo sonar el timbre de la casa. Pasaron un par de minutos hasta que la figura de Amatista Roccia se asomó por la puerta de entrada. El gesto de asombro de la mujer le produjo a Ámbar un gran regocijo. Por fin su visita a la costa empezaba a dar los resultados que ella pretendía.
-¡Qué sorpresa, Ámbar! –la voz de Amatista sonó forzadamente amable.
-¿Cómo estás Amatista? Estoy pasando unos días de descanso en Cariló y se me ocurrió venir a visitarlas. –ironizó Ámbar.
Amatista salió al jardín y esperó sin agregar una sola palabra. Ámbar embistió nuevamente.
-¿Están todas bien? Mi abuela me pidió que le transmita sus saludos a Ágata.
-Te agradezco mucho Ámbar. Ágata está muy ocupada terminando de preparar el equipaje. Supongo que Ópalo debe estar haciendo lo mismo. Falta muy poco para la reunión del Clan.
La chica puso los ojos en blanco y resopló con fastidio.
-Es verdad. ¡Esa bendita reunión me tiene harta! Desde hace más un mes en mi casa no se habla de otra cosa.
-Es una reunión muy importante, Ámbar. –afirmó Amatista con reprobación.
-Siempre es lo mismo. Se juntan, discuten, y las conclusiones son siempre las mismas.
De pronto Amatista sintió que todo giraba a su alrededor. Se aferró con desesperación a una de las columnas del porche y trató de controlar la oleada de náuseas que la estaban atacando. La piel se le tornó de un color marfil pétreo y gruesas gotas de sudor se deslizaban por su cara. Ámbar no alcanzaba a comprender lo que le sucedía.
-¿Estás bien Amatista?
La mujer no alcanzó a contestarle. En ese preciso momento Jade apareció por la parte de atrás de la casa y corrió hasta donde estaba su tía. La ayudó a sentarse en una de las sillas del jardín y con mirada iracunda le gritó a Ámbar:
-¿Qué le hiciste maldita?
El sorpresivo ataque de Jade tomó desprevenida a Ámbar que se la quedó mirando de una pieza. Sin embargo la reacción no tardó en llegar. Ámbar le zamarreó un brazo a Jade y con furia apenas contenida le dijo:
-¿Acaso te volviste loca?
Amatista intentaba detener la pelea pero se sentía tan mal que apenas podía mantener la conciencia.
-¡Por fin mostraste las garras! Jade, la niña perfecta, la más controlada de las Roccia… ¡Resultaste un verdadero fiasco!
Jade estaba roja de ira. No podía abandonar a su tía, aunque estuvo varias veces a punto de hacerlo. La cólera que le despertaba Ámbar Pierre era difícil de controlar.
-¡Fuera de mi casa! ¡Ahora! –le gritó mientras la arrojaba de un empujón hacia el camino de lajas.
Ámbar retrocedió con rabia en los ojos. Corrió torpemente por el sendero y cuando llegó al final, giró sobre sus pies y mirando directamente a Jade le gritó con rencor:
-¡Me las vas a pagar Jade! ¡Y tu familia también!
La chica intentó responderle con un insulto pero Ámbar ya había desaparecido por el camino que llevaba a la calle principal.
Cuando volvió a mirar a su tía, esta trataba de reincorporarse sin éxito alguno.
-¿Estás bien tía? Voy a buscar un poco de agua fresca.
Amatista apenas pudo responder. Tenía la boca seca y las náuseas se empeñaban en no abandonarla. Jade regresó con  un vaso de agua que la mujer se bebió de una sola vez. Quería explicarle a su sobrina que Ámbar Pierre no le había hecho nada pero su malestar era tan grande que no podía pronunciar una sola palabra.
De pronto un mal presentimiento le atravesó la mente como un rayo. Aquel episodio con la chica Pierre no iba a quedar en el olvido.
Todo lo contrario, una peligrosa guerra acababa de comenzar.


Casi la totalidad de los clanes europeos ya estaban embarcados en sus respectivos vuelos. Rosa y Alejandrita Pietra ya habían partido del aeropuerto de Roma hacía unas cuantas horas. El clan belga y le resto de los clanes alemanes hacía más de 6 horas que se encontraban volando sobre el Atlántico con destino a Santiago de Chile. El traslado desde Santiago a Valdivia iba a ser vía terrestre y demoraría unas cuantas horas.
Por esa razón, Zafiro Pedra había decidido que el primer día del encuentro las actividades sólo iban a ser protocolares y de esa manera otorgarle a las damas la posibilidad de poder recuperarse de tan largo viaje.
El clima en Valdivia era ideal. La casa que habían rentado estaba en excelentes condiciones y gozaba de todas las comodidades que ameritaba semejante evento. El estilo de la finca era colonial y contaba con un parque que rodeaba toda la propiedad. Desde los enormes ventanales se podían apreciar los cerros que se alzaban en el horizonte.
Cerca de allí, el mar besaba la orilla de una extensa playa cubierta de arena fina y fresca.
Zafiro había llegado junto con sus asistentes hacía poco menos de un par de horas y con satisfacción podía comprobar que las damas portuguesas que habían viajado con una semana de anticipación, tenían todo perfectamente organizado.
Uno de los temas que preocupaban a las mujeres del Clan desde tiempos inmemoriales, era pasar lo más desapercibidas posible. Mantener oculto su verdadero origen era una tarea que cada día se les complicaba más.
Las personas que trataban de entablar una relación de amistad con alguna de ellas, siempre se sentían decepcionadas ante la falta de respuesta de su parte. Lamentablemente no podían correr ninguna clase de riesgos.
Coral llamó a la puerta de Zafiro con entusiasmo. Una vez que estuvo adentro de la habitación le dedicó una sonrisa radiante a la Jefa Superior del Clan.
.- ¿A qué se debe tanta alegría? –preguntó Zafiro con voz inquieta.
Coral no tardó en responder con su acostumbrada energía.
-Alina Gestein está llegando en unas pocas horas. Me alegra que sea la primera en arribar.
-Es cierto. Va a ser una verdadera suerte tener a Alina antes que al resto de las delegaciones. Tenemos unos cuantos temas que resolver en privado.
Coral curvó los labios en una inequívoca señal de preocupación. Zafiro detectó el gesto de inmediato.
-¿Qué te preocupa Coral?
La chica suspiró profundamente y sin dejar de mirar por la ventana susurró:
-Me provoca mucha incertidumbre la llegada de Rosa Pietra.
Zafiro sonrió y dijo:
-Todas sabemos que su principal intención es reemplazarme en la jefatura del Clan. Y no es la única, Coral. Ópalo Pierre y los clanes alemanes también apoyan esa moción. Su filosofía ortodoxa les impide aceptar los cambios lógicos que el mundo nos obliga a implementar. Habrá que redoblar la apuesta y tratar de hacer un frente común con las damas que piensen
como nosotras. –y dándole una palmada en el hombro agregó- No te preocupes demasiado.
Zafiro sabía que ese era sólo uno de los tantos temas a los que se iba a tener que enfrentar durante los próximos días.
Y ni siquiera era uno de los más importantes…


Ágata había terminado de empacar y después de evaluar varias posibilidades decidió que ya era hora de hablar con su hija mayor. Fue a buscarla a su cuarto pero la habitación estaba vacía. Bajó las escaleras con cuidado y se dirigió a la cocina.
Como imaginaba, Marina estaba preparando la merienda antes de volver al pueblo para abrir el negocio de artesanías. El gesto adusto de su hija lo decía todo. Sufría y se la notaba desolada. Aunque no había participado de la charla que se había desarrollado una hora atrás, Ágata la conocía demasiado y sabía que Marina se encontraba al tanto de todo. Se sentó cerca de la ventana y sin vacilar deslizó con voz calma:
-Marina, antes de que me comentes tu opinión me gustaría que primero conocieras la mía.
La mujer interrumpió su quehacer y se quedó mirando a su madre con una sonrisa triste en los labios.
-Te escucho, Ágata.
-Debo confesar que ese muchacho logró asombrarme. Otro en su lugar hubiera huido sin dudarlo. Una de dos, o es muy valiente o no me creyó en absoluto y se fue pensando que soy una vieja demente.
Marina no pudo reprimir una carcajada.
-¡Ágata! No digas esas cosas…
-Te hablo muy en serio. Y además te comunico que confío en la palabra de esos dos. Se aman demasiado como para arruinar la única oportunidad que tienen de hacer las cosas bien.
-Tengo miedo mamá. Rubí está decidida a todo. Y está visto que yo no puedo hablar con ella sin que terminemos peleando como perro y gato.
-Por eso mismo tengo que hacerte un pedido muy especial.
Marina miró a su madre con intriga. Ágata habló con el mismo tono neutral de siempre.
-Quiero que me acompañes a la reunión del Clan.
Los ojos de la mujer se abrieron como dos enormes platos. Estaba tan sorprendida que apenas podía sopesar la propuesta.
-Las cosas van a estar bastante complicadas en Valdivia y esta vez me gustaría que vinieras conmigo. Sería un gran apoyo para mí. Y de paso lograríamos descomprimir un poco la tensión que le generamos a Rubí con nuestros cuestionamientos. Como te dije antes, no me importa reconocer que utilicé mi talento para ver la verdad y te puedo asegurar que ambos me
dieron su palabra de honor –y no mintieron en ello- con respecto al tema de mantener una tregua hasta mi regreso.
Marina continuaba asombrada. Su madre nunca había solicitado compañía en los viajes que el Clan la obligaba a realizar. Sin embargo esta vez era diferente. Un escalofrío le recorrió súbitamente la espalda.
-Acepto tu invitación, mamá. –dicho esto besó a Ágata en la frente y salió de la cocina.
Ágata suspiró con alivio. Hacía unos minutos atrás había hablado con Zafiro Pedra y algunas cosas que la portuguesa le había comentado la habían puesto decididamente en guardia.
Tiempos complicados acechaban la frágil estabilidad del Clan…



Finca del Clan en Valdivia





5 comentarios:

MORGANA dijo...

Ainsssss... Bee.Te lo compro, nada de regalos,no hay que perder dinero.
Te sigo leyendo.
Más besos.

la MaLquEridA dijo...

Querida hermosa y adorada Bee, ¿podrías darme un respiro?, nomás no me puedo emparejar por más que leo tres o cuatro episodios, snif.


Te sigo leyendo de cualquier forma aunque no comente.

Besos Bee.

Ah yo también lo compro.

Bee Borjas dijo...

PODEROSA MORGANA:
Hacemos un pacto? Tú recomiendas el libro con la condición de que el primer ejemplar me permitas regalártelo, vale?
JAJAJA!!! Te estoy visitando en un rato, guerrera linda!
LA MALQUERIDA:
Jajajaja!!! Yo sé que estás ahí, mi bella Flor! Tú tranquila, y lee cuando puedas y con calma.
Y para tí también irá un ejemplar de obsequio!
Ustedes son las hacedoras de este milagro! Nunca me había animado a escribir una novela y gracias a su apoyo, trato de esforzarme cada día más!
Te veo en un rato en tu reino.
Besos amiga bonita!

MIMOSA dijo...

Un simple malentendido se puede llegar a tornar en una gran batalla si no somos capaces de atar en corto la ira. Se desató finalmente la que llevaba esperando soltar nuestra querida Ambar, ufff, la cosa pinta.
Oye!!! Estaría bien alquilar un lugar como este y pasarnos una semanita eh????? Qué hermoso lugar!!! Existe de veras???
Besos mi grande!!

Bee Borjas dijo...

Hola Mimi!
Esta Ambar va a dar que hablar... Qué chica molesta!
Y si, mujer! Valdivia es una localidad bellísima que se encuentra a unos cuantos kilómetros de Santiago, la capital de Chile. Tiene un centro con casas coloniales, está atravesada por el río Calle Calle y el cordón montañoso es un sueño!
Estaría lindo ir de paseo, no? :D