04 septiembre, 2011

Capítulo 40 "Rumbo a Valdivia"

Benjamín Finke tenía por costumbre desayunar muy temprano, y esa mañana no había sido la excepción. Mientras recogía todas sus pertenencias personales y se preparaba para comenzar su jornada laboral, advirtió que la puerta del escritorio de su padre estaba entreabierta. Pensando que Claus estaba dentro de la habitación entró en ella sin pedir permiso. Mayúscula fue su sorpresa cuando descubrió que quien estaba en el estudio no era su padre sino su hermana menor.
Callan estaba de espaldas a la puerta y no pudo ver a su hermano que se quedó parado en el umbral de la entrada.
-Buen día, Callan.
La voz de Ben sobresaltó a la chica que sin poder evitarlo dejó caer la carta que sostenía entre las manos. Miró con rabia
a su hermano y cerró la puerta violentamente. Después de levantar lo que se le había caído miró a Ben y dijo:
-¡Me asustaste!
-Me alegro. –respondió el muchacho con un dejo de ironía en la voz- ¿Qué estás haciendo acá?
-Shhhhhh. No quiero que papá se entere que estamos aquí.
-Justamente por eso te pregunto que…
Callan no le permitió finalizar el reproche. Extendiéndole el papel a su hermano dijo:
-¿Leíste esta carta?
-Claro que no Callan. Este es un tema personal de Claus.
-¡Ben! Estoy segura que esta carta fue la causante del ataque de papá.
-Callan por favor no delires.
La chica estaba roja de ira e indignación. No podía creer que su hermano fuera tan incrédulo.
-Esta carta la escribió el abuelo Karl.
-¿Y eso que tiene de especial?
La chica clavó la mirada en su hermano y dijo con tono triunfal:
-Tiene de especial que Karl escribió esta carta de amor y no está dirigida precisamente a la abuela Úrsula.
-¿Carta de amor? –Ben comenzó a reír con ganas. – ¿El abuelo Karl?
-Ya que no me crees, quiero que leas esta carta ahora.
Benjamín sin dejar de sonreír de manera socarrona tomó el papel que le alcanzaba su hermana y comenzó a leer a desgano. A medida iba avanzando en el texto, su sorpresa iba creciendo cada vez más. Una vez finalizada la lectura levantó la mirada y con voz trémula dijo:
-Esto si que es toda una novedad.
Callan con gesto triunfal le arrebató la carta de las manos y agregó con vehemencia:
-Tenemos que hablar con Claus. Esto lo debe tener muy mortificado.
De pronto una sensación de incertidumbre envolvió a los hermanos. ¿Cuántos secretos más guardaría la misteriosa caja que habían encontrado en aquel viejo galpón?



Rubí abrió los ojos con cierta dificultad. La claridad que se filtraba por el ventanal le hacía doler los párpados que estaban terriblemente hinchados. Se cubrió la cabeza con las sábanas y trató de volver a conciliar el sueño. Fue imposible. De pronto y como si fuera un flash back recordó la dolorosa escena con su madre. Estaba tan alterada, que apenas tomó conciencia de lo que había sucedido saltó de la cama como un resorte. Jade no estaba con ella. Se acercó a la ventana y pudo ver que en el jardín estaban sentadas bajo el porche su abuela, su tía y su hermana mayor. Un escalofrío de espanto le recorrió el cuerpo. ¿Acaso Jade y Amatista habían decidido dejar de apoyarla? Si era así, ella estaba perdida. Sola nunca podría enfrentar a Ágata y a su madre. Un sollozo ahogado se le escapó de la garganta. Estaba desesperada. Sin saber que hacer comenzó a buscar el papel donde Cid había escrito su número de celular. Habían quedado en ir a almorzar juntos, pero Cid no sabía todo lo que había sucedido durante la madrugada. Debía advertirle que las cosas estaban mal.
“Oh Dios ¿Dónde puse ese maldito papel?” Mientras buscaba dentro de la ropa que había usado la noche anterior no advirtió que su abuela había subido hasta su habitación y la estaba mirando en silencio desde el umbral de la puerta.
-Rubí ¿podemos hablar un momento? -la voz de la abuela era tan dulce como de costumbre.
La chica que aún lloraba desconsoladamente dejó la ropa que tenía entre las manos y corrió a abrazar a la anciana.
Ágata la envolvió entre sus brazos y trató de tranquilizarla con múltiples caricias. Amaba a sus nietas más que a su propia vida y verlas sufrir de esa manera le desgarraba el alma en jirones.
Se sentaron sobre la cama de Jade y permanecieron juntas un largo rato. Finalmente Ágata habló con suavidad y trató de utilizar las palabras más adecuadas para no alterar aún más el frágil equilibrio emocional de la chica.
-Rubí no quiero que sufras. No puedo permitir que esto continúe de esta forma. Estuve pensando mucho y creo que la mejor manera de resolver estas cosas es enfrentándolas.
-No entiendo, nana.
Ágata suspiró y dijo con súbita calma.
-Me gustaría conocer a ese muchacho.
Rubí se agitó en los brazos de su abuela y la miró con la sorpresa pintada en la mirada.
-¿Aceptarías conocer a Cid? –las palabras le temblaban en los labios.
-Por supuesto Rubí. Quiero que entiendas que verte así me destroza el corazón.
La chica no dejaba de sollozar. Estaba asustada y temía que el encuentro de Cid con las mujeres de su familia resultara un rotundo fracaso..
-Hija, quisiera que traigas a Cid a la casa. ¿Te parece bien hoy por la tarde?
Rubí miró a su abuela y dudó unos segundos antes de responder. Estaba aterrada, pero tomó una decisión.
-Hoy después del mediodía estaremos aquí.
Ágata besó a su nieta en la frente y abandonó la habitación en silencio. Por un momento Rubí se quedó paralizada, fue
entonces cuando descubrió el papel con el número de Cid debajo de la almohada de su cama.



El aeropuerto internacional de Lisboa se encontraba en plena ebullición. Los aviones despegaban hacia diferentes partes del mundo y uno de los destinos era la República de Chile. Zafiro Pedra ya había atravesado la zona de migraciones y se disponía a tomar el vuelo que tenía su primera escala a Buenos Aires. Desde Argentina debía abordar otro avión que la
depositaría en el aeropuerto de Santiago. El viaje iba a ser largo y agotador, pero la ansiedad por llegar a la ciudad de Valdivia y organizar el recibimiento de las diferentes familias del Clan la estaba martirizando.
Como era su costumbre, solía llegar al lugar del encuentro con un par de días de anticipación y de esa forma tener todo bajo control. No viajaba sola, sus dos asistentes personales la estaban acompañando es estos momentos.
Jaspe y Coral Pedra eran dos hermanas portuguesas que trabajaban con Zafiro desde hacía unos cuantos años. Ambas mujeres tenían una capacidad resolutiva innata y además dominaban un par de idiomas cada una. Estas virtudes las distinguían con amplitud del resto de las mujeres que colaboraban con la conducción de la jefatura del Clan.
Además y por sobre todas las cosas eran damas muy discretas y gozaban de la absoluta confianza de Zafiro Pedra. Jaspe llevaba la documentación de las tres y se encargaba de los trámites personales en la estación aérea, en cambio Coral era la responsable de coordinar la llegada del resto de las familias a Santiago de Chile.
Las mujeres recorrían la manga que las conducía al interior del avión. Ninguna de ellas hablaba, sin embargo una corriente de emoción las vinculaba a las tres. Después de tanto esfuerzo se iniciaba la última etapa que las conduciría al destino final.
Por fin sólo faltaban pocos días para dar inicio a la reunión más importante del Clan.



Aeropuerto de Lisboa




3 comentarios:

Miss Bittersweet dijo...

Espero que Marina sea amable con el pobre Cid... sé que las madres son muy protectoras con las hijas, y estas son aún más especiales todavía jaja. Un besote, Bee!

Bee Borjas dijo...

Hola Miss!!! Pobre Cid! En que baile se ha metido! Te imaginas a todas esas mujeres observándolo? Madre mía!
Beso enorme, amiga!

MIMOSA dijo...

Pobrecito mío!!! Espero que lleve protección....y no precisamente solar, ....lo van a fundir a preguntas,....en esa casa hay demasiadas mujeres con la pistola cargada,ja,ja,ja.
Feliz comienzo de semana guapa!!!