01 septiembre, 2011

Capítulo 37

Ya faltaban escasos días para el encuentro y Rosa Pietra sentía una ansiedad desbordante. Muchas cosas iban a modificarse y por fin el Clan iba a recuperar la disciplina y la importancia que tenía en el contexto mundial. Los cambios iban a ser advertidos de forma inmediata y no dudaba que el reconocimiento de parte de todos los sectores políticos y eclesiásticos no iban a tardar en llegar. El orgullo de su raza iba a volver a estar en el lugar destacado que nunca había debido abandonar.
Rosa estaba tomando su desayuno cuando su hija mayor ingresó a la cocina con la cara desfigurada por la emoción.
-Madre tengo algo muy importante que decirle.
La dama italiana invitó a su hija a sentarse y con voz firme dijo:
-Te escucho.
La joven mujer estaba muy alterada. Cada vez que tenía una visión, su cuerpo quedaba exhausto y su mente no podía coordinar con la rapidez necesaria. Su madre la tranquilizó.
-Con calma, Alejandrita. Tomate todo el tiempo que sea necesario.
Después de escuchar las palabras de Rosa la muchacha respiró mucha más tranquila. Se notaba cierta torpeza en su forma de hablar, sin duda aún no había podido recuperar el equilibrio necesario para expresarse con normalidad.
Rosa esperó pacientemente. Alejandrita nunca había podido dominar bien su talento.
-Madre he tenido otra visión. No va a gustarle lo que debo contarle.
-Te escucho con toda mi atención. Más tarde evaluaré lo que vayas a relatarme.
-Una dama joven va a tratar de desertar. No pude distinguir su rostro, pero sin duda es muy joven. El problema es que posiblemente ella sea una de “las elegidas”. Lamento tanto no haber podido ver su identidad. –gimoteó la chica contrariada. Sin duda posee un carácter muy fuerte. La vi enfrentarse a otras damas y sus ojos estaban llenos de furia y determinación.
-¿Algún caballero la estaba acompañando?
-Yo la podía ver sola, pero su corazón latía con el poder que sólo le puede infundir un amor desmesurado.
-Es suficiente hija. No quiero que sigas torturándote. Tu visión ha sido muy valiosa para el futuro de nuestra familia.
Mientras acariciaba la cabellera de Alejandrita, Rosa Pietra decidió que la llamada telefónica a Ópalo Pierre no podía demorarse un minuto más.
“Las cosas se estaban empezando a complicar demasiado…”



Estaba inquieta y esa molesta sensación la estaba torturando desde que se había ido a dormir. Miró la hora en su radio despertador y vió que ya eran pasadas las 2 de la madrugada.
La cama estaba toda revuelta. Había dado tantas vueltas que tenía todo el camisón pegado al cuerpo. Buscó en la oscuridad el par de chinelas y tratando de hacer el menor ruido posible salió de su habitación.
Bajó las escaleras en silencio y entró en la cocina. Fue hasta la heladera y se sirvió un vaso de agua helada. Sentía un nudo espantoso en el estómago y no acertaba a comprender el motivo de tanta inquietud. Sabía que el tema de Rubí no iba a ser nada fácil y para colmo de males Amatista ya no iba a ser de gran ayuda. Aquella tarde había dejado bien en claro de que lado del juego estaba. Sin duda las cosas no estaban saliendo nada bien.
Miró por la ventana de la cocina y vió que el cielo estaba completamente estrellado. Se quedó allí mirando el jardín durante un largo rato. La mejor opción era volver a la cama y tratar de descansar un rato. Debía despertar temprano por la mañana y si continuaba vagando por la casa no iba a poder levantarse en horario.
Estaba por entrar a su habitación cuando un impulso la obligó a ir a ver como estaban las chicas. Esmeralda esa noche insistió en dormir con Ágata de modo que la única opción que le quedaba era ir al dormitorio de sus hijas mayores Con mucho cuidado y tratando de no despertar a las chicas abrió la puerta y trató de verlas a través de una mínima hendija.
El corazón le dio un vuelco. Jade dormía con evidentes signos de ansiedad. Su cuerpo se agitaba y no dejaba de pegar saltitos sobre el colchón. La cama de Rubí estaba vacía y sin desarmar. Sin vacilar ni un segundo se concentró y utilizó su talento para visualizar los estados de ánimo. Pensó en su hija y sintió que sus pulsaciones se aceleraban más de lo normal.
La decisión la tomó sin medir las posibles consecuencias que esta le acarrearía. Encendió la luz del velador y se sentó junto a su hija. Recurriendo a su poder de relajación se acercó hasta Jade y le sacudió el hombro con suavidad.
-Jade –murmuró con su experimentado autocontrol.
Repitió el nombre de su hija un par de veces más, el tiempo que le llevó a la chica despertarse con un evidente sobresalto.
-¿Qué pasa mamá? ¿Está todo bien? -La voz de Jade estaba alterada y pastosa.
-Jade ¿dónde está tu hermana?
La chica se apoyó con torpeza sobre sus codos y se quedó mirando a Marina con los ojos hinchados por el sueño.
-Rubí está bien mamá.
-Necesito saber donde está. –insistió Marina con autoridad.
-Ya te dije que ella está bien.
El tono de la mujer se alteró un poco y la voz se elevó lo suficiente como para poner en guardia a la jovencita.
-Jade, tu hermana tiene apenas 17 años y no puede andar vagando sola por la calle a esta hora de la madrugada.
-No está sola mamá. Además es curioso el sentido que tienen ustedes con respecto a lo que una mujer de 17 años puede hacer. Somos lo suficientemente adultas como para engendrar un bebé pero en cambio no tenemos la madurez necesaria para poder salir a dar una vuelta por la noche.
Marina estaba asombrada. Nunca imaginó recibir semejante comentario de su hija mayor. Evidentemente las cosas estaban peor de lo que ella imaginaba. Rubí no sólo tenía a su tía de su parte, su hermana mayor estaba demostrando con aquella firme actitud que no iba a ser nada fácil hacerle cambiar de parecer.
-Jade esto es muy serio. Rubí no tiene ninguna experiencia y ahora mismo puede estar en peligro.
La chica sonrió desdeñosamente. Su madre no iba a sacarle ninguna información. Había hecho un pacto con su hermana y lo iba a respetar hasta las últimas consecuencias.
-Mamá no quiero discutir más. Rubí no está haciendo nada malo. Quedate tranquila.
-¿Qué me quede tranquila? Hija, es solo una chica…
Jade suspiró con resignación. Evidentemente su madre no podía comprender lo que estaba sucediendo.
-Ella sabe lo que hace mamá.
Marina abandonó el cuarto de sus hijas con los ojos cubiertos de lágrimas. Fue a su cuarto, buscó un chal para abrigarse y decidió esperar en el living la llegada de Rubí.
Si su hija no aparecía pronto, la noche iba a ser muy larga…



Se sentía más torpe que nunca. Estar tan cerca de Cid la desconectaba del mundo exterior y la convertía en una patética rehén de sus más básicos instintos. De pronto su mano se apoyó sobre la pierna derecha del muchacho provocando una reacción inmediata en Cid, quien la envolvió entre sus brazos y la miró con los ojos llenos de pasión. Le acariciaba el cuello con las yemas de los dedos y con suavidad le fue recorriendo la piel con besos tiernos y constantes. Ella apenas podía reaccionar ante semejante demostración de sensualidad.
Los ojos de Cid estaban entrecerrados, sin embargo ella no podía dejar de mirarlo. Estaba como hipnotizada. Él sonreía dulcemente mientras le murmuraba palabras de amor.
A pesar de todo lo que le había contado él seguía allí junto a ella. Existían dos posibilidades muy concretas. Cid estaba muy loco o posiblemente no había creído una sola palabra de la historia que ella le había relatado.
A medida que transcurría el tiempo, los cuerpos se fueron tensando y el deseo se hizo cada vez más insoportable. Rubí comenzó a jadear y se sorprendió a sí misma tratando de arrancarle la camisa a Cid con una desconocida ferocidad.
El muchacho recorrió con suma habilidad el contorno del cuerpo de la chica y sintió que estaba a punto estallar de lujuria. Esa mujer lo sacaba de quicio. Sabía que era apenas una jovencita y que sin lugar a dudas carecía de cualquier experiencia sexual. Hasta ese momento siempre se había jactado de gozar de una notable capacidad de autocontrol, sin embargo la ingenuidad que transmitía Rubí le trastornaba todos los sentidos.
“No, así no.” La orden retumbó cortante en su cerebro. Inspiró con profundidad y se apartó con brusquedad del cuerpo sudoroso de la chica. Ella se asustó y le lanzó una sorprendida mirada de interrogación. Sin mediar palabra alguna se acercó hasta la boca de la chica y sin dejar de mirar aquellos labios suaves e inexpertos, dijo con suavidad:
-No es la forma Rubí.
Ella estaba genuinamente asombrada. Las cosas estaban demasiado avanzadas y no podía entender la actitud de Cid.
-¿Acaso hice algo mal? –dijo con los ojos nublados de vergüenza
La pregunta de la chica casi le rompe el corazón. Lo último que deseaba era hacerla sufrir. Le cubrió la boca con la punta de sus dedos y le respondió sonriendo.
-Nunca podrías hacer algo mal. Jamás conocí a una mujer así. La combinación perfecta de espontánea sensualidad.
-Entonces no comprendo…
-Rubí, el sentimiento que nos une merece que hagamos las cosas bien. No me parece nada confortable y mucho menos adecuado hacerte el amor en este lugar.
-Pero Cid… -protestó la joven con insistencia.
-Yo estoy en tu misma situación prinzessin –la sonrisa de Cid logró ruborizar a la chica.
Permanecieron abrazados y en absoluto silencio durante un largo rato. De pronto ella comenzó a reír con ganas.
-Me gustan hasta los latidos de tu corazón.
-Mi corazón… Desde que te conocí es como si me hubiesen practicado un transplante.
Rubí sonrió con orgullo. A pesar de eso, sintió la necesidad de volver a hablar sobre el tema que la hacía sufrir.
-Cid… Aún estás a tiempo de salir corriendo y de no verme nunca más.
El la miró con intensidad y le respondió con la voz cargada de emoción.
-Si dejara de verte sería como tratar de respirar sin aire. Y no tomes esto sólo como un cumplido. No puedo ni quiero dejar de verte.
-Tengo que advertirte que no va a ser nada fácil.
-Lo sé. Y por el momento creo que lo mejor va a ser que regreses a tu casa.
-Pero yo quiero estar acá con… -protestó Rubí con vehemencia.
-Rubí te puedo asegurar y eso que carezco de cualquier clase de don -le guiñó un ojo- que tu familia te debe estar esperando. Lo último que necesitamos es agitar más las aguas. ¿No te parece?
Ella permaneció unos segundos en silencio y susurró:
-Acepto volver con una sola condición.
-Soy todo oídos.
-Mañana nos encontramos muy pero muy temprano. No se cómo voy a soportar no verte durante tantas horas.
Cid estaba fascinado con la espontaneidad de aquella chica. Definitivamente lo había hechizado.
-Palabra de honor. Mañana nos vamos a almorzar juntos. ¿Te parece bien?
Rubí se lanzó sobre el cuerpo de Cid y lo abrazó con ardor. Volvieron a besarse con infinita pasión. La letra de aquella vieja canción volvió a sonar en la mente afiebrada de Cid con un sentido claramente diferente.
“Sólo meterme en tu ritual y descifrar tu enigma. Desafiando al rito, destruyendo mitos.”




4 comentarios:

MIMOSA dijo...

¡¡¡¡37!!!!!
¿¿¿¿Cómo 37???? Me quiero morir, he de buscarme para ver donde me quedé,aaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh, creo que de aquí no saldré en una temporada!!!!!!!
Póngale el freno mi hijita, póngale el freno!!!! Ja,ja,ja, son bromis, bueno será cuestión de ponerse a ello.
¿Intrigada? ¡No, que va! 37 dan para mucho contar, ¿qué habrás liado?
Por el caminito te iré contando.
Besos!!!

Bee Borjas dijo...

JAJAJAJA!!! Me matan tus comentarios, Mimi! Leí los del cap.16 y 17 y no paro de reírme!
Es una alegría inmensa que te guste la historia! Gracias por acompañarme en esta aventura! Preparate porque siguen las sorpresas!
Besos mimosientos!

MIMOSA dijo...

Y que me dices del 15, que vengo desde el 15.....por eso de ser la niña bonita!
Besos!!!!

MIMOSA dijo...

Perdón por la impertinencia.....¿qué clase de piedra es la Alejandrita? Aunque lista es un rato...
...esa sensación del camisón pegado al cuerpo me desespera en las noches de verano, je,je,je, parezco una tortilla francesa, vuelta y vuelta, je,je,je.

Sorry, sigo con el relato....

Ufff! me ha entrado complejo de Marina de repente, ¿por qué será?.....aunque después de leer el resto, la piel de Rubí es la que me gustaría llevar.....¿qué habrá sido de mis locuras a los 17?