10 noviembre, 2011

Capítulo 85 "Tensa calma"

Faltaban pocas horas para que la noche cayera sobre el principado de Liechtenstein.
La residencia de Vaduz finalmente se encontraba en una momentánea calma. Después de los sorprendentes sucesos de aquella tarde, muchas cosas habían cambiado en aquel lugar.
Edana, Therese y Clarencia permanecían encerradas en sus habitaciones con la advertencia de que tenían prohibido hacer uso de sus poderes so pena de ser expuestas al implacable poder de las piedras. Gracias a lo sucedido con Jean, las damas habían descubierto que la energía positiva de las piedras, contrarrestaba el poder mal utilizado de las Guardianas y lo volvía en su contra. Por ese motivo, la cualidad de Jean de controlar el movimiento de las personas se había revertido y la dejó paralizada en el piso sin posibilidad de oponer resistencia alguna.
Con respecto a Jean, ella se encontraba convaleciente y solamente tenía permitida la asistencia de su colaboradora más directa que resultó ser la joven Aldonza. De todas formas Jaspe y Coral Pedra tenían la misión de supervisar cada uno de los movimientos de la novel sacerdotisa.
Marina fue la encargada de liberar a Claus Finke y a sus hijos. Callan ya se encontraba mejor y estaba ansiosa por conocer el relato de todo lo que había acontecido.
-¡Fue un verdadero caos! –exclamó Marina agobiada.
-Espero que Ágata y el resto del Clan tomen los recaudos necesarios con esas mujeres. –manifestó Claus preocupado.
-Eso es verdad. Son un verdadero peligro. –agregó Ben mordaz.
Celestina Rocher, Azabache Felsen y Diamante Stein decidieron utilizar el escritorio de las Guardianas como centro de reunión. Hacía más de dos horas que discutían los pasos a seguir. Si bien en un determinado momento habían estado enfrentadas, ahora la situación las obligaba a cerrar filas y a llegar a un acuerdo que beneficiara al Clan.
Alina Gestein liberó de su encierro a Ópalo y a Ámbar Pierre y acompañó a Rosa Pietra a reencontrase con su hija Alejandrita. Si bien Ópalo estaba frustrada por la forma en que todo se había desarrollado, ver recuperada a su nieta compensaba sobre manera el fracaso de su plan. Finalmente Celestina Rocher tomó una decisión.
-Debido a que Zafiro Pedra se está recuperando del episodio que todas hemos presenciado, me permito en mi condición de Jefa Suplente reemplazarla de manera momentánea y ordenar el arresto oficial e inmediato de las guardianas superioras y dejar asentado que las cuatro mujeres serán llevadas a juicio en el menor tiempo posible.


El cuarto de Zafiro se hallaba en penumbras. La Jefa Suprema del Clan descansaba en su lecho desde hacía unas cuantas horas. Su cuerpo está agotado y después de liberar la energía que había recibido de las piedras sagradas, sus músculos se relajaron completamente.
Sus párpados se fueron abriendo lentamente. Apenas podía focalizar la mirada. La lámpara de noche estaba apagada y sólo pudo vislumbrar el contorno de una figura humana gracias a la luz de una pequeña vela. Como de costumbre la voz de Ágata sonó firme y tranquilizadora.
-Calma Zafiro. Todo está en orden. Trata de descansar.
Zafiro sonrió suavemente.
-Mi cuerpo apenas responde, pero mi mente funciona perfectamente.
Ágata lanzó una breve carcajada y acariciando la frente de Zafiro de modo maternal dijo:
-Las pesadillas que tuviste hasta hace un momento atrás, me dicen todo lo contrario.
La dama portuguesa abrió los ojos como dos platos y preguntó:
-¿Acaso dije algo inconveniente?
-Además de proferir unas cuantas maldiciones…
-¡Por Dios! –se horrorizó la honorable mujer.
-Zafiro, no seas tan estricta.
-No es eso, Ágata. –objetó Zafiro y agregó -Como Jefa del Clan debo mantener la cordura y no perder mi integridad. Hice un juramento y debo respetarlo bajo cualquier circunstancia.
Ágata Roccia suspiró con satisfacción. Sin duda el Clan de las Piedras estaba en muy buenas manos.
-¿Y las Guardianas?
-Todas están detenidas en sus cuartos.
-¿Jean? –preguntó Zafiro con voz trémula.
-Se está recuperando. Aldonza la está asistiendo de forma permanente.
Un profundo sentimiento de alivio embriagó el alma de la mujer.
-Nunca imaginé que la unión de las piedras pudiera producir semejante energía. Por un momento pensé que Jean estaba muerta.
-La energía de las piedras siempre será positiva. –remarcó Ágata con severidad.
-Ya lo sé. Pero el poder de Jean era tan negativo que pensé…
-Shhhhhh. –dijo Ágata cubriendo la boca de Zafiro con su dedo índice.
Zafiro cerró los ojos nuevamente y cayó en una especie de relajante sopor. Volvió a dormir por espacio de una hora. Cuando recuperó al conciencia vió a Ágata que continuaba sentada junto a ella.
-No te das por vencida. –la amonestó la anciana dama.
-No puedo con mi genio.
-Esta bien, pregúntame todo lo que quieras saber.
Zafiro hizo un gesto de satisfacción. No le sorprendía en absoluto lo mucho que la conocía aquella mujer.
-¿Rubí se encuentra a salvo?
-Si.
La escueta respuesta la obligó a seguir investigando al respecto.
-Ya no es necesario que esté escondida. El Ritual de la concepción forzada quedó aplazado de forma definitiva.
-Ya lo sé. Además la energía que el Clan necesitaba para resurgir, la está proveyendo la unión de las piedras.
-Sin embargo eso no soluciona totalmente nuestro actual problema.
Ágata desvió la mirada.
-Soy conciente que la deserción de las jóvenes damas ha aumentado durante estos últimos años.
-Si continuamos con esa situación, nuestra sangre va a terminar desapareciendo. No fue gratuita mi decisión de retomar los antiguos rituales…
Ágata miró a Zafiro de manera severa.
-No creo que emplear los antiguos hábitos logre incrementar el compromiso de las muchachas para con el Clan.
Zafiro no supo que responder. Ella siempre había sido muy poco proclive a revalidar los beneficios de las arcaicas prácticas. Pero el desequilibrio global y las exigencias de los responsables de los destinos del mundo, la estaban obligando a tomar medidas que nunca había imaginado.
-De todas formas por el momento gozamos de un buen margen de tiempo como para encontrar una salida adecuada.
Ágata asintió con la cabeza y dijo:
-Fue un verdadero milagro que hayas encontrado la forma de generar la energía positiva que tanto necesitábamos. Alina me comentó que desde Alemania le han llegado las primeras repercusiones.
Zafiro miró a Ágata con la sorpresa pintada en los ojos.
-Aunque no lo creas, el mes próximo los países del grupo europeo se van a reunir para tratar de conciliar posiciones. El cambio climático y las prácticas nucleares van a formar parte de la agenda oficial.
La Jefa del Clan sonrió casi satisfecha.
-Es increíble lo que me estás contando… De todas formas quedan tantas cosas por resolver.
-Ya lo sé, querida amiga. El hambre y las injusticias sociales aún no están siendo consideradas como debieran…
Ambas mujeres permanecieron en un reflexivo silencio. El Clan de las Piedras no podía permitirse perder un minuto más de tiempo. El universo entero necesitaba con urgencia de sus centenarios servicios.


Después de tomar una ligera cena, Ópalo Pierre y Rosa Pietra se instalaron en una de las terrazas que tenía como vista el palacio real de Liechtenstein. La luna brillaba en lo alto y las estrellas iluminaban el firmamento como si fueran miles de luciérnagas. A pesar de que ya había comenzado la primavera, la temperatura estaba bastante baja. Las dos damas protegidas con chales de gruesa lana, degustaban un exquisito y fragante té suizo. Permanecieron en silencio durante un largo rato. Ambas observaban encandiladas la fachada del castillo que estaba iluminada de manera exquisita.
-La vida es tan extraña… -suspiró Rosa pensativa.
Ópalo Pierre miró con atención a su compañera y la interrogó con la mirada.
-Hoy fue uno de los peores días de mi vida. Sin embargo ahora estoy aquí sentada y disfrutando de esta maravillosa vista.
Ópalo sonrió y dijo:
-Como bien sostiene la cultura china que es tan antigua como sabia. Las dos caras de una misma moneda, querida Rosa.
-Así es.
Las dos mujeres volvieron a quedar calladas. Después de unos minutos Rosa fue la que rompió el silencio.
-¿Cómo está Ámbar?
Ópalo respondió sin apartar los ojos del imponente paisaje natural.
-Un verdadero milagro ha operado sobre cuerpo. Sus mejillas recobraron el color y es la primera vez en mucho tiempo que se alimentó de una manera casi normal.
-Es sólo una jovencita… Creo que esa fue nuestra principal equivocación.
-No te entiendo.
Rosa le dirigió a Ópalo Pierre una mirada llena de reproche.
-Fuimos demasiado egoístas. Intentamos que actuara como una mujer madura y olvidamos que apenas tiene 18 años.
-Nosotras también tuvimos 18 años y sin embargo supimos comportarnos de una forma acorde a nuestras circunstancias.
-No es lo mismo, Ópalo. Los tiempos cambian. Las jóvenes de ahora son bastante inmaduras y no creo que esa actitud sea sólo producto de su irresponsabilidad. Nuestro modo de educarlas está absolutamente relacionado con el tema.
Ópalo Pierre se quedó meditando la observación que la dama italiana había señalado. Una importante cuota de verdad se desprendía de aquella afirmación. Desde que Ámbar había nacido ella la había consentido en todo. No había ocurrido lo mismo con Topacio, que desde la muerte de su madre modificó drásticamente su manera de ser. Ópalo sintió que el alma se le encogía como un ovillo. ¡Qué injusta había sido con su nieta mayor!
Ámbar apareció en la terraza cubierta con su abrigo preferido. La enorme campera estaba confeccionada con una tela de paño muy gruesa y era típica de San Martín de Los Andes. Un sentimiento de añoranza invadió el corazón de Ópalo Pierre.
Ámbar se acercó a las dos damas y apoyó sus manos sobre los hombros de su abuela.
-Hace mucho frío aquí. –dijo la chica tiritando.
-Ya estábamos por entrar. –respondió Ópalo sonriendo.
Ámbar se aproximó a Rosa Pietra y después de inclinarse sobre la mujer y obsequiarle un cálido beso en la fría mejilla, dijo:
-Ya es hora de despedirme, Rosa. Me voy a dormir. Mañana regresamos muy temprano a Buenos Aires.
La dama italiana le tomó las manos con cariño y dijo:
-Espero que la próxima vez que nos veamos sea bajo una circunstancia más agradable.
-¡Eso espero! –exclamó la chica esperanzada.
-Sé buena muchacha y no desobedezcas a tu abuela. Cuento con eso.
Ámbar puso los ojos en blanco y antes de desaparecer por la terraza exclamó:
-¡Prometo hacer todo lo posible!
Caminó por el pasillo que conducía a su cuarto y antes de que pudiera ingresar a la habitación, una mano fuerte y masculina la detuvo en el umbral de la muerta. Giró lentamente y se encontró con el rostro de Jonás a pocos centímetros de su cara.
La mirada del muchacho era tan intensa que el corazón comenzó a latirle a toda velocidad.
-Quería despedirme porque a partir de ahora no sé que será de nosotros.
Ámbar no pudo comprender el motivo por el cual aquellas palabras le provocaron un hueco en el alma.
-Quería decirte que has sido muy valiente y que…
Se acercó a la joven de tal forma que sus labios se movieron sobre la mejilla de la chica con inusitada sensualidad.
-Yo sé que nos volveremos a ver, Ámbar.
El beso fue suave y cálido. Tan furtivamente como apareció, Jonás volvió a desaparecer. Ámbar temblaba como una hoja y apoyándose contra la puerta, no pudo evitar acariciar su mejilla izquierda. Parecía irreal, pero si le hubiesen preguntado, juraría que aún podía sentir el roce de aquellos febriles labios marcados a fuego sobre su piel.


El beso de Jonás

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