29 julio, 2011

Capítulo 2

El cielo estaba cubierto de nubes negras. La tormenta no iba a tardar en llegar. Las plantas de yerbamate esperaban sedientas el agua reparadora. Hacía ya unas cuantas semanas que no llovía y todo el pueblo lo necesitaba.
Eran las 6 de la tarde y todos lo peones se asomaban al campo y observaban el firmamento con ansiedad. Los más chicos correteaban entre los árboles mientras sus padres continuaban con la labor antes de que cayese la noche.
Después de dormir su sagrada siesta, Claus había bajado al comedor. Sentado junto al ventanal esperaba que le trajeran la merienda.
Le quedaban pocos rastros de su estirpe alemana. A los 5 años de edad y exiliado junto a sus padres de su país de origen, había aprendido a amar el pueblo de Apóstoles de manera incondicional.
Sus recuerdos de infancia lo remitían hasta el primer día en que había visto el bello monte que serpenteaba el camino de tierra roja. Una tierra tan roja como las llamas de una gran hoguera. Sin embargo lo que más conmovía al niño no era la similitud entre el relieve de esta tierra y la suya propia. Lo que realmente llamaba su atención era el terrible calor que abrumaba sus sentidos.
Los inviernos en su Colonia natal eran implacables no sólo con las personas sino también con la naturaleza misma. En cambio aquí, la ropa con la que su madre lo vestía lo sofocaba y lo hacía sudar a mares.
-Don Claudio, le traigo su merienda.
La voz de la señora Frida lo devolvió a la realidad. Le agradeció con una ligera sonrisa. A pesar del tiempo, el temperamento de Claus continuaba inalterable. Era reservado y corto de palabra. Hablaba en un tono muy bajo y sólo cuando era necesario. A menudo sus hijos se lo hacían notar. El alemán sin inmutarse siempre respondía de igual forma.
-Para el cotorreo estaba su madre.
Amira, una muchacha de familia árabe lo había enamorado desde el primer día. Demoraron solamente dos meses en casarse y formar la familia que Claus siempre había soñado.
Su inesperada muerte apenas unos años atrás, le provocó un profundo malestar en el pecho. Decenas de exámenes médicos no podían hallar el origen de aquella molestia. Cada mañana al abrir sus ojos Claus se preguntaba como era posible que unos simples estudios clínicos pudiesen rebelar la verdadera razón de su dolor.
-¿Cómo no me va a doler el corazón si la mujer de mi vida ya no está conmigo?
De pronto el cielo se convirtió en una inmensa pantalla de cine. Los relámpagos refulgían con intensidad y los truenos asustaban a los animales que corrían en busca de refugio.
La mano de Benjamín lo sobresaltó. Su hijo mayor se había acercado en silencio y se había sentado junto a él en el sillón del comedor.
-Hola Alemán. Por fin llegó la lluvia. ¿Estás contento?
Claus miró a su hijo de soslayo y esbozó una media sonrisa. La punzada en el corazón se  manifestó con intensidad.
Sin que Benjamín lo notara, Claus se revolvió en su asiento.
“Amira debe estar sonriendo también”, pensó el hombre mientras una traicionera lágrima se le escurría por la mejilla.

6 comentarios:

Jose Luis dijo...

Ok. Bee, me quedaré a ver donde me llevas. Tiene muy buena pinta.

Bee Borjas dijo...

Gracias por acompañarme, amigo! Esto es como una montaña rusa!
Abrazo blusero!
P/D:
Ni una gotita de sangre, eh! :D

Dany dijo...

Fortinera amiga.......yo he hecho el experimento antes de que nos blogonocieramos. Fui escribiendo una historia en capitulos y fue una experiencia realmente divertida ( y agotadora). Me sumo a leerte con el interrogante de esas amazonas con nombres de piedras......y un alemán en Misiones......Un beso.

Bee Borjas dijo...

DANY:
Uyyy Dany, tenés que pasarme el link de la historia, por fa!
Sin duda se me va a exprimir el cráneo...
JAJAJA!!! Damas "preciosas",un alemán en Misiones... Y no sabés lo que se viene!!!
Antes que me lo digas, te aseguro que no estoy consumiendo ninguna sustancia prohibida... JEJEJE!!!
Just imagination!
Besos fortineros, cuervín!

la MaLquEridA dijo...

Voy leyendo de a poquito para agarrarle el hilo Bee, buen texto.


Besos

MIMOSA dijo...

Se abren los brazos del Clan, me gusta, esa facilidad con la que narras la historia, fluye tal que sí, voy leyendo he imaginando la escena, gota a gota, letra a letra.
Besos mi dulce princesa!!!